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Sunday, December 6, 2015

Bill y el botón





Bill y el botón
(Para Randy Compton)


Eran las Navidades del 2006 y Marcus se había gastado un dineral en su nuevo ordenador, no era de los más caros, pero lo mejor que podía costearse con su sueldo de mecánico. El ordenador venía instalado con el nuevo y más reluciente sistema operativo que había creado Microsoft, Windows Vista. 

Desde el primer día tuvo problemas con él, ya que el susodicho usaba tanta memoria para funcionar que no le quedaba casi nada en el ordenador, además de los múltiples problemas relacionados con conflictos con otros programas. Marcus estaba rabioso, ya que había gastado todos sus ahorros en ese ordenador, y encima solo le daba problemas y tenía que llevarlo a reparar cada dos por tres. Le estaba costando una fortuna, pero lo peor era que no podía costearse otro para sustituirlo, a parte que todos los nuevos ordenadores venían con ese mismo sistema operativo y no fue hasta el 2009 que Microsoft sacó uno nuevo, pero por cuestiones económicas nunca pudo reemplazar su vieja computadora. 

Rondaba el 2012 cuando Marcus en el descanso para almorzar de su trabajo se dirigió como de costumbre a una hamburguesería para tomar su «happy meal», y fue particularmente feliz cuando para sorpresa suya allí sentados degustando una hamburguesa estaban Bill Gates y Warren Buffett. No podía creerlo, tenía la oportunidad de hablar con Bill Gates y decirle todo lo que pensaba de su «Vista».
 ̶  ¿Bill Gates?
̶  Sí, soy yo. ¿Qué se le ofrece?
 ̶  Tío, me debes dinero.
El magnate se sorprendió al ver al mecánico requerirle una deuda. Le preguntó en qué medida tenía cuentas pendiente con él.  Fue entonces cuando Marcus se explayó y soltó toda la bilis que tenía acumulada contra el dueño de Microsoft y le expuso la mierda de producto que era y lo mucho que le había costado, y encima sin poder comprar nada nuevo porque además tenía miedo que fuera peor que lo que ya tenía.
Bill tuvo compasión del pobre obrero y en cierto modo se sintió deudor con él, así que le dijo:
̶̶  Comprendo su frustración, y mi compañía siempre busca la satisfacción del cliente. Para compensar todo lo que se ha gastado en mi producto y que no ha podido comprar un nuevo ordenador, quiero regalarle este prototipo, y mi última invención, es más, es el ordenador más avanzado y rápido que se pueda imaginar. Un ordenador de altísima gama. La batería dura desconectada más de una semana, tiene incorporado todas las aplicaciones y avances tecnológicos que se pueda imaginar, y es hasta plegable, se lo puede guardar en el bolsillo como un teléfono. 

Marcus estaba perplejo, no sabía que decir.

̶̶  Y como extra, tiene una aplicación experimental. ¿Ve este botón azul con el símbolo de la mecánica cuántica? Pues tiene unas propiedades extraordinarias, pero de momento solo puede ser usado una vez, así que úselo con sabiduría. 

Marcus aceptó el regalo agradecido y tras el trabajo fue a su casa. El ordenador era mucho más de lo que se podía imaginar, tenía más de 300 terabits de memoria, era rápido como una centella, tenía internet incorporado gratuitamente sin necesidad de conectar con ningún proveedor; miles de películas, series televisivas y música estaban instalados, al igual que multitud de juegos para todos los gustos. Había cientos de programas que podían solucionar cualquier problema y satisfacer cualquier tendencia creativa. Estaba maravillado, era el mejor ordenador que pudiera soñar, y a pesar de todas esas prestaciones, estaba tremendamente intrigado por el botón azul. 

¿Qué podría tener extra que complementara todo lo que ya tenía, y solo se podía usar una vez? Marcus estaba dubitativo, varias veces estuvo a punto de pulsarlo, pero antes quería explorar todas las prestaciones del ordenador. 

Una mañana se armó de valor y decidió pulsar el botón. De pronto en la pantalla aparecieron miles de puntitos que poco a poco se fueron formando en una imagen con la siguiente pregunta:

Destino
Año – Mes – Día

¿Era eso posible? ¿Era una máquina del tiempo? Las posibilidades eran increíbles. Podía viajar al futuro varios siglos en adelante y ver lo que tanto deseaba, conocer los avances tecnológicos del futuro; seguro que la técnica estaba perfeccionada y podría regresar a su tiempo; o tenía la posibilidad de ir al pasado, ir al Medievo, al Renacimiento, la Belle Epoque; o aún mejor, ir al pasado e invertir dinero en compañías como Microsoft, Apple o Facebook y volverse inmensamente rico… Recordó su héroe favorito, Spiderman, y aquello de que «con un gran poder viene una gran responsabilidad», luego debería de usar  ese regalo para el bien de la humanidad. 

Reflexionó y sonrió. Viajaría al pasado y mataría a todos los diseñadores de Vista, ¡eso le haría un gran bien a la humanidad!


© C.R. Worth

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