Bill y el botón
(Para Randy
Compton)
Eran las Navidades del 2006 y Marcus
se había gastado un dineral en su nuevo ordenador, no era de los más
caros, pero lo mejor que podía costearse con su sueldo de mecánico. El
ordenador venía instalado con el nuevo y más reluciente sistema operativo
que había creado Microsoft, Windows Vista.
Desde el primer día tuvo problemas
con él, ya que el susodicho usaba tanta memoria para funcionar que no le
quedaba casi nada en el ordenador, además de los múltiples problemas relacionados
con conflictos con otros programas. Marcus estaba rabioso, ya que había gastado todos sus ahorros en ese ordenador, y encima solo
le daba problemas y tenía que llevarlo a reparar cada dos por tres. Le estaba
costando una fortuna, pero lo peor era que no podía costearse otro para
sustituirlo, a parte que todos los nuevos ordenadores venían con ese mismo sistema
operativo y no fue hasta el 2009 que Microsoft sacó uno nuevo, pero por cuestiones económicas nunca pudo
reemplazar su vieja computadora.
Rondaba el 2012 cuando Marcus en el descanso para almorzar de su trabajo se
dirigió como de costumbre a una hamburguesería para tomar su «happy meal», y
fue particularmente feliz cuando para sorpresa suya allí sentados degustando
una hamburguesa estaban Bill Gates y Warren Buffett. No podía creerlo, tenía la
oportunidad de hablar con Bill Gates y decirle todo lo que pensaba de su «Vista».
̶ ¿Bill Gates?
̶ Sí, soy yo. ¿Qué se le ofrece?
̶ Tío, me debes
dinero.
El magnate se sorprendió al ver al mecánico requerirle
una deuda. Le preguntó en qué medida tenía cuentas pendiente con él. Fue entonces cuando Marcus se explayó y soltó
toda la bilis que tenía acumulada contra el dueño de Microsoft y le expuso la
mierda de producto que era y lo mucho que le había costado, y encima sin poder
comprar nada nuevo porque además tenía miedo que fuera peor que lo que ya tenía.
Bill tuvo compasión del pobre obrero y en cierto modo se
sintió deudor con él, así que le dijo:
̶̶ Comprendo su frustración, y mi compañía siempre
busca la satisfacción del cliente. Para compensar todo lo que se ha gastado en
mi producto y que no ha podido comprar un nuevo ordenador, quiero regalarle
este prototipo, y mi última invención, es más, es el ordenador más avanzado y
rápido que se pueda imaginar. Un ordenador de altísima gama. La batería dura
desconectada más de una semana, tiene incorporado todas las aplicaciones y
avances tecnológicos que se pueda imaginar, y es hasta plegable, se lo puede
guardar en el bolsillo como un teléfono.
Marcus estaba
perplejo, no sabía que decir.
̶̶ Y como extra, tiene una aplicación
experimental. ¿Ve este botón azul con el símbolo de la mecánica cuántica? Pues
tiene unas propiedades extraordinarias, pero de momento solo puede ser usado
una vez, así que úselo con sabiduría.
Marcus aceptó el regalo
agradecido y tras el trabajo fue a su casa. El ordenador era mucho más de lo
que se podía imaginar, tenía más de 300 terabits
de memoria, era rápido como una centella, tenía internet incorporado
gratuitamente sin necesidad de conectar con ningún proveedor; miles de
películas, series televisivas y música estaban instalados, al igual que
multitud de juegos para todos los gustos. Había cientos de programas que podían
solucionar cualquier problema y satisfacer cualquier tendencia creativa. Estaba
maravillado, era el mejor ordenador que pudiera soñar, y a pesar de todas esas
prestaciones, estaba tremendamente intrigado por el botón azul.
¿Qué podría tener extra
que complementara todo lo que ya tenía, y solo se podía usar una vez? Marcus
estaba dubitativo, varias veces estuvo a punto de pulsarlo, pero antes quería
explorar todas las prestaciones del ordenador.
Una mañana se armó de
valor y decidió pulsar el botón. De pronto en la pantalla aparecieron miles de
puntitos que poco a poco se fueron formando en una imagen con la siguiente
pregunta:
Destino
Año – Mes – Día
¿Era
eso posible? ¿Era una máquina del tiempo? Las posibilidades eran increíbles.
Podía viajar al futuro varios siglos en adelante y ver lo que tanto deseaba, conocer
los avances tecnológicos del futuro; seguro que la técnica estaba perfeccionada
y podría regresar a su tiempo; o tenía la posibilidad de ir al pasado, ir al
Medievo, al Renacimiento, la Belle Epoque; o aún mejor, ir al pasado e invertir
dinero en compañías como Microsoft, Apple o Facebook y volverse inmensamente
rico… Recordó su héroe favorito, Spiderman, y aquello de que «con un gran poder
viene una gran responsabilidad», luego debería de usar ese regalo para el bien de la humanidad.
Reflexionó
y sonrió. Viajaría al pasado y mataría a todos los diseñadores de Vista, ¡eso le
haría un gran bien a la humanidad!
© C.R. Worth