Exótica
Se casó con un americano y se fue a vivir a
Texas, tierra de rodeos, vaqueros, «chili con carne», y no nos olvidemos de El
Álamo. Todo era exótico para ella: los cactus del desierto, los caballeros con
botas de cocodrilo y sombreros tejanos, la música Country, los bares con potros eléctricos, y la forma de bailar,
como el Line Dance o Kicker Dancing, por poner un ejemplo. Pero
a veces la nota exótica la ponía ella misma cuando decía que se llamaba Charo.
Nunca pensó que su nombre, tan común en España, fuera algo raro y tuviera que deletrearlo
constantemente.
A través de las redes
sociales cultivó multitud de amistades que eran como un coro de pajaritos que
alagaban y adoraban a la amiga «americana». Era muy popular y se sentía feliz
de poder contar con tantísimos amigos. Cuando viajaba de vacaciones a su tierra
natal, esos amigos hacían cola para verla, y competían con su familia para
pasar tiempo con ella. Era como una celebridad.
Pero el destino mostró
su verdadero rostro cuando llegaron las adversidades. Padeció un desagradable
divorcio que la privaron de muchas cosas, y como consecuencia del mismo decidió
volverse a su tierra natal, donde se sentiría arropada por su familia y la
multitud de amigos que siempre querían pasar tiempo con ella.
Entonces se dio cuenta
de la realidad. Ya había perdido el interés para la mayoría de ellos, ya que no
era la amiga exótica que vivía al otro lado del mundo. Ahora se había vuelto
accesible, cotidiana, común y ordinaria. Se vio sola, y solo unos cuantos,
escogidos, demostraron lo que era amistad verdadera.
© C.R.Worth
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