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Thursday, August 14, 2008

Inmortales por insignificantes

Inmortales por insignificantes




Mi última visita a la Semana Santa del Sevilla en el 2008 estuvo jalonada de maravillosas experiencias; pero como el dios Jano, con dos caras, en el reverso de la moneda también están aquellas experiencias que no fueron precisamente agradables.
     La recopilación en mi memoria de esos sucesos y sus protagonistas, me hicieron recordar la película Amadeus (que no sé si la habrán visto) en la que en la escena final, cuando Salieri se declara el santo patrón de los mediocres y va guiado en la silla de ruedas por el manicomio, declara algo así como «mediocres de todo el mundo, os absuelvo». Y es a esos mediocres, seres insignificantes sin nombres ni apellidos a los que va dirigido este artículo.
     Hay toda una fauna en el mundo de las cofradías que daría para estudios antropológicos, sociológicos e incluso psiquiátricos. Una de estas interesantes especies --en un lenguaje de por andar por casa-- sería el típico niñato, el quiero y no puedo, los ávidos de protagonismos y poder, esos jóvenes con casi la cama en la casa de hermandad, de espíritu pelotero y servil, dispuestos a todo por la soñada posición futura en una junta de gobierno.
     Estos jóvenes codiciosos de protagonismo y ser alguien en la hermandad, en el momento que se les da un poco de responsabilidad, se creen Capitanes Generales de sus corporaciones, y con aire majestuoso cual pavo real mostrando todas sus plumas, medalla al cuello y pin en la solapa, deambulan en los eventos de sus hermandades cabeza en alto y mirando por encima del hombro tratando despóticamente a los fieles.
     Desafortunadamente me encontré con este espécimen --sin peligro de extinción-- en mi visita a los templos en tiempo de cuaresma; en concreto en Los Terceros. No sé si pertenecía a la Cena o Los Caballos, ya que ambas corporaciones comparten templo por las obras en Santa Catalina, que han obligado a la hermandad de La Exaltación a buscar nuevo alojamiento. 
 
      Domingo de Pasión, allí estaba yo más feliz que en unas pascuas, haciendo fotos como loca, recuperando 16 años sin Semana Santa en Sevilla. Y como yo, un centenar de personas más, unos admirando, otros fotografiando... Los pasos tenían la típica protección alrededor para que la gente no se dedicara a toquetear, medida que aplaudo porque la grasa natural que hay en los dedos dañan el dorado. El paso de Los Caballos estaba en la entrada a la derecha del templo, pero con un espacio abierto y holgado entre la pared y el paso, en él me metí (sin salvar obstáculos ni protección) para hacer fotos de las cartelas de ese costero. A eso que me viene un niñato grosero y de malas maneras diciéndome que me quitara, que ahí no se podía estar. El típico pavonero que se cree el Hermano Mayor, pero que su hermandad no le ha dado un cursillo de buenas maneras y como tratar con educación a la gente. Es más, si ese espacio estaba vetado, ¿por qué no lo cerraron a cal y canto antes? Después Mister Importante movió un banco para bloquearlo.
     ¿Qué necesidad hay de tratar a la gente que va a admirar a tu hermandad a patadas?, ¿qué daño hacemos los que no tocan y solo hacen fotos; especialmente en los templos porque sabemos que en la calle es difícil acercarse al paso? ¡Después, todos estos no meapilas, sino meaestandartes, les encantan visitar webs como estas y encontrarse buenas fotos de los detalles de los pasos! 
     El otro niñatito me lo encontré alrededor del paso de Cristo de los Gitanos, en la mañana del Viernes Santo por Almirante Apodaca. Un niño enjuto que no llegaría a la veintena y cuyo pasatiempo la semana anterior seguro era el explotar los barrillos de la cara, pero ese día «boina verde» protector del paso se dedicaba a empujar a la gente para que no se arremolinara alrededor del mismo ni cuando estaba parado; lleno de sí, engreído «fiscal de paso», nos lo puso muy difícil a todos los que tratábamos de sacar una foto decente.
     Así llegamos al Sábado Santo. En la calle Alfonso XII no cabía un alfiler, y poco más adelante de la entrada del Duque había una bulla espantosa: los que desde la Campana intentaban llegar a Alfonso XII o cerca del Corte Inglés; los que como yo y mi comadre intentábamos desde Alfonso XII ponernos en la plaza a una distancia y alejados de la bulla; y los que estaban en la plaza intentando llegar a Alfonso XII o Campana... Un tapón en donde no se podía mover casi nadie, pero que los sevillanos con años de experiencia a sus espaldas en una bulla, y con estoica paciencia saben bandear esa situación, moviéndose poco a poco siguiendo la corriente de esa marea humana, y entre aquellos que no piensan moverse, se mueven como aceite en una piscina de agua llena de obstáculos.
     Pues allí apretujados también estaba un miembro de la Policía Nacional, un tío como un trinquete con un ataque de histeria porque seguramente no podía controlar la situación, gritándole a todo el mundo, y a mí por poner mi mano en su espalda para mantener la distancia (mejor la mano que el careto), gritándome que no lo empujara; ¡menudo impresentable! Este miembro del orden público, que se manejaba con supina estupidez en semejante situación, claramente no era sevillano ni estaba acostumbrado a una bulla. Fruto seguramente de una guarnición de refuerzo proveniente de Badajoz o Dios sabe de dónde, que tiene una experiencia «cero» con una bulla. Si la policía tiene que mandar personas de otras localidades, lo mínimo sería hacerles una evaluación psicológica para ver si padecen demofobia o agorafobia. O que pasaran por una sesión de entrenamiento en la que en una habitación 5m x 5m metan a 200 personas con el policía tratando de ir de la puerta A a la puerta B.
     Domingo de Resurrección en Sevilla; y este día que con tristeza despedimos nuestra Semana Santa, resultó también ser la perla de la infamia.
     El Domingo de Resurrección es un día estupendo para visitar iglesias y ver pasos. No tienen el esplendor del Domingo de Ramos, con las flores frescas y la cera sin derretir; pero si el encanto poético del paso exhausto de vivencias, devoción y esa última saeta aún latente en la encarnadura de las imágenes. Es además el día en que mejor puedes disfrutar de cada detalle de los pasos, cada recoveco de la talla o el cincel... ya que las iglesias suelen estar prácticamente vacías, y puedes admirar reposadamente, asimilando en cada poro de tu piel la gloria de la Semana Santa de Sevilla.
 
      Tras un peregrinar por varias iglesias, llegué a San Nicolás, para ver la Candelaria, tan vinculada con mi familia. La iglesia estaba abierta y totalmente vacía, ni un alma. Allí aproveché para hacer fotos tras la reja a las insignias, los detalles de los pasos y los retablos de la iglesia. Cuando estaba enfrascada en sacar cada detalle que pude del paso de Nuestro Padre Jesús de la Salud, y fotografiando el costero izquierdo, un señor que poco antes apareció preparando el altar para la misa, colocando el leccionario para las lecturas en el atril etc, me vino de mala manera diciendo que no podía sacar fotos, que me quitara de allí. Me explico, en ese lado había bancos, pero muy retirado de los pasos y con un espacio extremadamente holgado entre ellos y el paso. El primer banco estaba más cercano al paso, pero no puesto como una barrera, más bien acondicionado para los fieles para la misa. Le dije que no estaba tocando nada, que solo estaba haciendo fotos, a lo que me reincidió que ahí no se podía estar para hacer fotos (a esto, a parte de este señor habíamos entonces tres personas en la iglesia, ni una sentada para la misa); a lo que le dije si podía hacer fotos desde allí (señalando el altar a la cabecera de la nave de la epístola, al menos a 10 metros del paso) lejos del paso, y los bancos; y me dijo que desde allí tampoco podía hacer fotos. En ese momento estaba que echaba leches, y si no fuera por el tamaño aparente normal de su cabeza hubiera pensado que un Jíbaro había estado jugando con ella, aunque quizá lo hizo y lo que había reducido era el cerebro al tamaño de una nuez; pudiéndole dar mejor uso a la cabeza y usarla como maraca. No salía de mi asombro. ¿Cómo es posible que semejante impresentable estuviera a cargo de los pasos?
     Que se creía este señor, ¿que los pasos tenían selafobia e iban a salir corriendo? o ¿pensaba que podía hacerle daño con los flash?; lo dudo, porque semejante individuo no creo que en su vida haya oído hablar de un luxómetro ni la fórmula matemática lux/hora que se emplea en los museos para la protección de las obras de arte de la luz. A parte, la luz del flash es blanca, y menos dañina que la luz natural que está cargada de rayos ultravioleta. No, este señor que seguramente tiene el coeficiente intelectual de un picaporte, dudo que se enfrascara en estas cábalas para que yo no pudiera hacer fotos.

     En resumidas cuentas, todos estos ejemplos no son más que una cuestión de poder, de ejercer la santa voluntad de estos individuos y manipular los destinos de otras personas. Paniaguados que fuera de estos círculos cofradiles no son absolutamente nadie. Mediocres que no han logrado nada en la vida, y que el día en que mueran ellos y aquellos que lo conocieron, nadie los recordará, y no serán más que una estadística de población en un libro de historia.
     Evocando a Salieri en el comienzo de este artículo; mediocres de todas las hermandades, os absuelvo. Ávidos de poder y protagonismo, llegasteis al Edén de la fama a través de este artículo, y ahora sois inmortales por insignificantes.

©  C. R. Worth.  14-VIII- 2008

Thursday, July 17, 2008

Atentados contra las Hermandades y IV

Atentados contra las Hermandades y IV




     Proseguimos con los atentados en contra de nuestras corporaciones y en esta ocasión veremos los últimos atentados que se han dado en contra de nuestras hermandades.

Los atentados en la modernidad:
     Tras la Guerra Civil española, las hermandades han tenido una época floreciente carente de «agresiones físicas», en donde el pueblo respeta nuestras instituciones y valora nuestro patrimonio. Pero eso no significa que no haya habido atentados, aunque con el discurrir de los nuevos tiempos han sido de muy distinta índole a los que hasta ahora hemos visto.
     El primero de estos «atentados» del último tercio del XX, es más bien una broma de mal gusto que un atentado propiamente dicho; ya que en 1977 la Hermandad de la Estrella recibió una llamada telefónica anónima indicando que existía una bomba bajo el paso de palio. Al llegar a la Catedral, se invitó a salir a los costaleros, comprobándose la inexistencia del peligro.
     Esto se podría tomar como un acto terrorista (ya que el fin último es provocar temor o terror), y está penado por la ley. Desconozco exactamente como eran las leyes en esa época, pero hoy en día, si a un gracioso se le ocurriera gastar una broma así, en la LEY ORGÁNICA 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal (B.O.E. de 24 de noviembre) De los delitos contra la libertad de conciencia, los sentimientos religiosos y el respeto a los difuntos (Sección 2ª, Cap. IV, Tít. XXI, L. II):
     En el Artículo 522, 1º. Se estipula que «Los que por medio de violencia, intimidación, fuerza o cualquier otro apremio ilegítimo impidan a un miembro o miembros de una confesión religiosa practicar los actos propios de las creencias que profesen, o asistir a los mismos."  Esto tiene pena de multa de cuatro a diez meses.
     Y en el Artículo 523, se estipula que, "El que con violencia, amenaza, tumulto o vías de hecho, impidiere, interrumpiere o perturbare los actos, funciones, ceremonias o manifestaciones de las confesiones religiosas inscritas en el correspondiente registro público del Ministerio de Justicia e Interior, será castigado con la pena de prisión de seis meses a seis años, si el hecho se ha cometido en lugar destinado al culto, y con la de multa de cuatro a diez meses si se realiza en cualquier otro lugar.»

      Así llegamos al año 2000, y a la famosa «Madrugada del pánico». En el que se produjo un acto terrorista que sembró el pánico en la ciudad alrededor de las cofradías. Ahora veremos lo que pasó, pero según la versión oficial, fue el «fruto de la histeria colectiva producida por un delincuente que esgrimió un arma blanca».  Aunque se escribió mucho sobre el tema y se habló mucho de ello en los mentideros cofrades, esta versión oficial se la tragó Sevilla prácticamente sin rechistar, y al parecer satisfizo a las hermandades involucradas, ya que no se pidieron más cuentas a la autoridad competente.
     De hecho, parece ser que la versión oficial no fue lo que pasó, al menos que el delincuente aquí referido por la autoridad tuviera el don de la bilocación (o inventemos una palabra, multilocación), ya que parece ser en distintos puntos de la ciudad y al mismo tiempo se sucedieron las escenas de pánico con las carreras del público.
     En una serie de artículos del periodista Juan Miguel Vega titulados «Los agujeros negros de la Madrugá» publicado por el Diario «El Mundo» entre el 2 de Enero y el 13 de Febrero del 2005, se nos cuenta con detenimiento los acontecimientos que ocurrieron en la desgraciada famosa madrugada del 2000, en el que el periodista ha realizado una extensa investigación. Este periodista también publicó en el 2007, un libro titulado «La Madrugá», en la que el autor novela los hechos ocurridos en la madrugada del 21 de abril de la Semana Santa de 2000, y plantea las diferentes hipótesis que se han barajado desde ese día acerca del porqué de este incidente.
      Según Juan Miguel Vega, al parecer todo comenzó a las 5:15 de la madrugada, justo cuando las seis cofradías que procesionan esa noche se concentraban cerca de la Carrera Oficial. «El Cristo de la Esperanza de Triana entraba en la Campana, el Silencio discurría por el Duque camino de su entrada; Los Gitanos bajaba por Javier Lasso de la Vega buscando el Duque; la Macarena se desplegaba entre la calle Cuna y la Catedral; el Gran Poder, entre el Museo y el Arenal, y el Calvario discurría íntegramente por la carrera oficial».
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     Las avalanchas humanas afectaron a todas las hermandades, y se dieron escenas de pánico y carreras del público en la calle O'Donnell por donde estaba la Esperanza de Triana; en la Plaza del Duque, donde estaba el Silencio; Amor de Dios, donde estaba el Gran Poder; Javier Lasso de la Vega, por donde estaban los Gitanos; en la calle Cuna, donde estaba la Macarena y, en la carrera oficial que estaba el Calvario también de dieron tumultos. También hubo carreras por San Eloy, Laraña, Sor Ángela de la Cruz, la calle Gravina, Bailén, Puerta de Jerez y en el Postigo, y siempre en dirección hacia la carrera oficial.
     La autoridad competente sigue insistiendo que las carreras se dieron en forma radial hacia fuera, mientras que todos los testigos presenciales aseguran que todas las carreras iban en dirección Campana, es decir, en la dirección opuesta.
     Obviamente se sale de toda lógica que el pueblo sevillano que ha sabido vivir una bulla con una experiencia de siglos, de repente, como si estuvieran todos poseídos empezaran a correr a la vez en distintos puntos de la ciudad hacia una misma dirección como atraídos por un imán gigante. La versión oficial con el drogadicto con el cuchillo pasaría si hubiese ocurrido como hecho aislado, pero el que se diera en distintos lugares a la vez, demuestra que claramente fue un acto premeditado y organizado en el que había numerosas personas involucradas.
     En todas las cofradías de negro (Calvario, Gran Poder y Silencio) se vio un nazareno sin cirio rompiendo la disciplina de la fila, y que no respondió a las llamadas al orden de ninguno de los diputados de tramo que lo vieron. Otros testigos oculares vieron dos motocicletas saliendo de diferentes portales de edificios y atravesando los tramos de nazarenos en los cortejos del Gran Poder y El Calvario; y uno de los que iban en las motocicletas comentaba a través del móvil que «había llegado el momento». Poco después se sucedieron las escenas de pánico.
     Hay gente que habló de haber escuchado disparos, y un joven declaró a la prensa sobre la existencia de un nazareno que iba armado por la zona del Arenal y que llegó a amenazarlo con una pistola. También la autoridad mencionó una explosión de una tubería de agua, cosa se demostró no ser cierto.
     Según la Cruz Roja, el saldo final fue más de 200 heridos de diversa consideración, desde pequeñas contusiones a paros cardíacos y fracturas óseas; y la versión de la policía menciona que los heridos apenas superaba el centenar.
     La pregunta que sigue hoy en día sin respuesta es ¿quién fueron los perpetradores de este atentado contra la Semana Santa sevillana y el pueblo de Sevilla en general, y por qué? Los hechos podían haber terminado en tragedia, y quizá porque el Señor de Sevilla y su madre la de San Gil estaban en la calle, no llegaron a mayores.
    Se habló de activistas separatistas vascos, de un grupo de gamberros de familias bien, de sectas satánicas, de musulmanes reivindicando Al-Andalus, de juegos de rol inspirados en la película de Mateo Gil «Nadie conoce a nadie», que se había estrenado poco antes, y de estar involucrada la propia policía local.
     La verdad es que comparando toda la información que esta fuera y al acceso de todo el mundo, uno no acaba por maravillarse y pensar que todo este feo asunto (y la falta de resolución del mismo) huele a chamusquina y hay demasiados intereses ocultos, donde no hay deseo de que se resuelvan y salgan a la luz.
     Destacada es la mala y escasa actuación policial, que se demuestra en las declaraciones del entonces delegado municipal de Seguridad Ciudadana, José Gallardo, que cuenta que no se investigaran las llamadas que antes de la Semana Santa se recibieron en algunos medios -procedentes de Madrid y Málaga- en las que anónimos advertían de que algo podía ocurrir en la Madrugada.
     También es mencionable que antes de la Semana Santa, la Policía Local estaba de huelga, y una persona que se mantiene en el anonimato, declaraba a «El Mundo de Andalucía» que «Todos sabemos quiénes lo hicieron, pero no podemos demostrarlo. Recuerdo que antes de Semana Santa hubo manifestaciones en las que se gritaba: 'Alcalde estás ciego, te vas a enterar de la que te vamos a armar'».

     Manuel Rivera, delegado de la Madrugada en el año 2000, en una entrevista a ABC, declaraba: «Ese mismo año no me pude reunir previamente con la Policía Nacional para hablar sobre los puntos problemáticos de la Madrugada como en ocasiones anteriores. Me fueron dando largas hasta que no se pudo organizar ese encuentro».  Rivera también declara que «hay que tener en cuenta que aquel año había bastantes divisiones en el seno de la Policía Nacional, mientras que la Local se encontraba en huelga». En el informe de la Gobernación se especificaba que el número de operarios que estuvieron activos aquella noche fue superior a 180, mientras el señor Rivera comenta que tras los primeros tumultos se dirigió a la Campana en busca del responsable policial que aquella noche se encontraba de servicio en el palquillo, y éste le informa que el dispositivo policial está formado por 46 personas.  ¡¡¡¡¡46 policías para mantener el orden entre miles de personas en toda Sevilla!!!!!
     Entre otros factores y con referencia a la investigación, hay que mencionar el dossier de más 600 folios que contiene las diligencias previas realizadas en los meses posteriores por el Juzgado de Instrucción, cuyo resultado fue inconcluyente, y que el juez Francisco Molina Crespo, juez de instrucción número 4, le dio carpetazo y cerró el caso por «inexistencia de un factor desencadenante conocido».

     La prensa contó las irregularidades de la investigación; primero, la insistencia de la Policía Nacional tras la «minuciosa investigación» que duró dos meses, en mantener que el joven con el cuchillo provocó la primera avalancha humana --que era lo que se dijo desde el principio-- y que esta se extendió desde la Campana hacia todos los puntos como un dominó (cuando ya hemos visto que la dirección es al contrario). Es decir que tras dos meses de investigación no se aportaron nuevos datos.
     Otra cosa que comenta Juan Miguel Vega es el «afán por desautorizar a todos los testigos», en el que de los únicos 59 heridos (de los más de 200) que se tomaron declaración, al parecer vieron cosas que no eran e imaginaron disparos confundidos con caídas de sillas etc. Los más importantes testigos como Manuel Rivera, delegado de la Madrugada de ese año, nunca fue llamado a declarar, ni cuando este cofrade que empezó a investigar por su cuenta recibió numerosos anónimos e incluso amenazas de muerte para que cesara su investigación.
     Entre los testigos que se desacreditaron estuvieron los medios de comunicación, concretamente a la radio, de contribuir a propalar el pánico difundiendo que «alguien estaba realizando disparos», cuando en verdad nadie dijo nada así, sino que por ejemplo el periodista Agustín Navarro, lo que en verdad hizo es contar lo que oía decir a la gente que huía en masa. Agustín Navarro tampoco fue llamado a declarar cuando fue un testigo acular que vio a la gente huir en dirección de Sierpes hacia la Campana (obviamente al contrario de la versión oficial).
     Un año y medio después de ya estar cerrada la investigación, salió un libro (que no he podido encontrar su título o autor), en el que el autor apuntaba directamente a la Policía Local de Sevilla como instigadora de los actos que acabaron con decenas de personas heridas; y sostenía que algunos altos cargos de la Policía Local se propusieron demostrar que la seguridad en Sevilla en general, y la seguridad en Sevilla durante grandes acontecimientos (como la Semana Santa) en particular, era absolutamente precaria. En los ya mencionados artículos de Juan Miguel Vega, comenta que en el libro se citaba: «Como no tengo nada que hacer, me dediqué pacientemente a investigar por mi cuenta y conseguí llegar a donde me proponía. Hablé con ellos. Con los autores del proyecto y con los que lo habían llevado a cabo. Estaban asustados. Se les fue de las manos. Estoy seguro que estos no lo harán más».
     El autor se pensó dos veces estas declaraciones, y rogó al redactor de aquel libro que no la incluyera. Pero el libro ya estaba en la calle. El libro se retiró del mercado, se reimprimió, pero ya sin las declaraciones más comprometidas.
     La verdad nunca se sabrá, hay demasiados intereses políticos, y todo acabara como una leyenda más de la Semana Santa de Sevilla.... pero recuerden, los que planearon la Madrugada del 2000, los que la ejecutaron, siguen entre nosotros anónimos viendo cofradías.


      Tras el susto de la madrugada del 2000, ese mismo año el mundo de las cofradías recibió otra agresión, y esta vez vino de forma cinematográfica. En mayo de ese año se estrenó la película norteamericana Misión Imposible II, y el 7 de Julio --San Fermín-- se estrenó en España. Y digo bien San Fermín, porque los autores de la película, metieron en la coctelera cinematográfica la Semana Santa de Sevilla, las Fallas de Valencia y los Sanfermines. En la película, que deja mucho que desear, al comienzo aparecen unas imágenes evocadoras de Sevilla en su Semana Santa, en las que aparte de nazarenos, falleras y jóvenes ataviados de blanco con el tradicional pañuelo rojo, la escena concluye con la cremá de un paso de Semana Santa con los gritos de alegría del público asistente. Esto lógicamente produjo reacciones en el mundo de las hermandades sevillanas, y más de uno se rajó las vestiduras públicamente, y traspasó a la palestra nacional por el total desconocimiento de los autores de la película de nuestras tradiciones... Pero ya me dirán ustedes que se puede esperar del director John Woo, nacido en China y criado en Hong Kong y, de los creadores de la historia, Ronald D. Moore y Brannon Braga, que se han destacado principalmente por escribir episodios para las series de Ciencia Ficción televisivas Star Trek y Galactica. Ummm... ciencia ficción o surrealismo.


     La siguiente agresión contra nuestras hermandades se dio en el 2002, con el video juego «Matanza cofrade». Este juego, formaba  parte del disco «Registro de Penados y Rebeldes» del grupo de rock sevillano «Narco» como pista interactiva del mismo.
      Era un juego bastante cutre en realización (según cuentan los que lo han experimentado), y que contaba con tres niveles: «La Cofradía de las Tinieblas», «La Reina de los Condenados» y «El Hereje». El objetivo del juego era matar al mayor número de cofrades vestidos de Domingo de Ramos (con chaqueta, corbata y medalla de hermandad al cuello), y señoritas vestidas de «Jueves Santo», es decir de mantilla; y los cofrades se comportan como zombis debido al efecto de los vapores del «incienso radioactivo».
     Hasta ahí, a parte del mal gusto, se podría considerar que tienen una buena dosis de guasa sevillana, en el parámetro de no dejar títere con cabeza y reírnos de nosotros mismos. Pero el problema es que este videojuego usaba como fondo el tránsito por las calles sevillanas en su estación de penitencia de las hermandades del Gran Poder, Macarena y San Bernardo. Y al incluir esas imágenes incurrían en contra del Artículo 525 del Código Penal Español, que dice textualmente:
1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.
    Pero no solo eso, sino que también atentaba contra los delitos relativos a la propiedad industrial; ya que las imágenes del Gran Poder y la Macarena están registradas como marcas, y en el Artículo 273 del Código Penal Español, se registra que:

  1.  Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años y multa de 12 a 24 meses el que, con fines industriales o comerciales, sin consentimiento del titular de una patente o modelo de utilidad y con conocimiento de su registro, fabrique, importe, posea, utilice, ofrezca o introduzca en el comercio objetos amparados por tales derechos.
  2. Las mismas penas se impondrán al que, de igual manera, y para los citados fines, utilice u ofrezca la utilización de un procedimiento objeto de una patente, o posea, ofrezca, introduzca en el comercio, o utilice el producto directamente obtenido por el procedimiento patentado.
  3. Será castigado con las mismas penas el que realice cualquiera de los actos tipificados en el párrafo primero de este artículo concurriendo iguales circunstancias en relación con objetos amparados en favor de tercero por un modelo o dibujo industrial o artístico o topografía de un producto semiconductor.

     Las hermandades sevillanas afectadas denunciaron el caso ante la Policía Nacional y la Guardia Civil que actuaron de inmediato. Se cerró la página web en la que se ofrecía en versión Demo por ser  «ofensivo para la Semana Santa de Sevilla», y hubo una incautación cautelar de todos los discos del grupo «Narco» bajo título «Registro de penados y rebeldes», que volvieron al mercado sin la pista interactiva.
     El 30 de Septiembre del 2005, en el Juzgado de lo Penal número 4 de Sevilla se dictó sentencia «in voce» y absolvió al joven informático de Utrera J.C.C.S., autor del videojuego «Matanza Cofrade» de los delitos contra los sentimientos religiosos y contra la propiedad industrial, tras pedir disculpas a las hermandades y retirarse las acusaciones; librándose del año de cárcel y una multa total de 7.920 euros que pesaban sobre él.
    Al final, todo quedó en agua de borrajas, o como diría mi abuela todo fue «peer en botija de barro para retumbar»; que al fin y a al cabo es lo que hizo otro informático, bajo el sobrenombre de «Dakuro Tenshi» en el 2004, cuando creo el video juego «Matanza Cofrade 2» en «homenaje» al creador de la primera versión.
     En esta versión que se abre con un paso de palio irreconocible en medio de una bulla bajo los sones break beat de «Cristo en la Alcazaba», se escucha un capataz «¡Izquierda alante, derecha atrás!». En esta nueva versión se han suplantado los titulares de las hermandades por aviones, donde el jugador maneja un F-22 Raptor que tiene que luchar contra enemigos camuflados bajo los nombres de «Nazarenos», «Juan Pablo II», «Hermano Mayor», «Cristoman», «Obispo», «Mini Nazareno», «Super Cristo», «Procesiones» y «la Incógnita» como ser supremo que controla a los supuestos cofrades. Un combate en toda regla que sigue con más nazarenos, imágenes de Cristo crucificado, obispos, una Virgen -llamada en el juego «la Virgen de la Concha»- y pasos de palio.
     Esto está claro que su única intención fue fomentar la polémica y no ha tenido más trascendencia que los 15 minutos de fama de su anónimo autor.

      El último de estos atentados corresponde a las pintadas que aparecieron en Noviembre del 2007 sobre el retablo cerámico de la Virgen Macarena que se encuentra en la fachada del templo en la calle San Luis; y que en rojo apareció la leyenda «Queipo de Llano, asesino».  Además estos vándalos lanzaron al atrio de la basílica una bandera constitucional parcialmente quemada con la leyenda: «Muerte al Rey», así como tres globos de colores rojo, amarillo y morado, llenos de pintura roja.
     Por lo visto, la razón de estos actos es por encontrarse enterrado en la basílica Macarena el General Queipo de Llano, hijo adoptivo de Sevilla y que estuvo muy vinculado con la hermandad de la Macarena, de la que promovió la construcción de su basílica y fue nombrado Hermano Mayor Honorario en 1937, al igual que en otras numerosas hermandades.
     Todo esto no es más que un acto de supina estupidez de los agresores, que no se enteran que las hermandades no piden la filiación política a sus hermanos, ni les importan si son del Sevilla o el Betis, o si son omnívoros o vegetarianos, o si comen carne los viernes.
  
© C. R. Worth.  17- VII- 2008


Tuesday, May 20, 2008

Atentados contra las Hermandades III

Atentados contra las Hermandades III




        Proseguimos con los atentados en contra de nuestras hermandades, y en esta ocasión veremos los sucesos del primer tercio del siglo XX.

Finales del XIX:
     Ya hemos visto en el anterior artículo sobre los atentados del XIX como el sentimiento anticlerical derivó en la extinción de órdenes religiosas, cierre de conventos, expropiaciones etc... y cómo el último gran acontecimiento político explicado (la Gloriosa) afectó a nuestras hermandades. Tras la Gloriosa de 1868, tuvo lugar el Sexenio Revolucionario (1868-1873); cuyos apenas seis años, son una etapa compleja de la Historia de España. Tras la caída y exilio de Isabel II, y la formación de las distintas Juntas Revolucionarias, el general Francisco Serrano y Domínguez fue nombrado regente del Gobierno Provisional. En 1869 se promulga una nueva constitución, que establecía como forma de gobierno una monarquía constitucional; y tras varias candidaturas para la regencia de España, se elige a Amadeo Fernando María de Saboya y Austria, Duque de Aosta, que subió al trono de España en 1870 como Amadeo I. Hay que mencionar, que en las cortes, aunque venció la candidatura de Amadeo de Saboya por 191 votos, 60 diputados votaron por la República Federal, 2 por la República Unitaria, y 1 por una República Indefinida, y esto es reflejo del movimiento cantonalista y federalista de tendencias republicanas que había en el país. También es destacable que durante estos años estalla la Tercera Guerra Carlista (1872-76) que principalmente afecta al norte del país, la Guerra de los Diez Años (1868-78) que se considera la primera Guerra de Independencia Cubana, y las Revoluciones Cantonales que tuvieron lugar en 1873, en la que diversas ciudades se autoproclamaron estados independientes voluntariamente federados en la Federación española; entre ellos, Sevilla.

     Antes de que Sevilla se proclamara Cantón Independiente, el 11 de Febrero de 1873 se proclama la I República en España, y ese mismo día Amadeo I abdica. 

     Por esas fechas el país estaba en una constante inestabilidad política con un sentimiento antirreligioso en general con saqueos y quemas de capillas en el territorio nacional. Ello provocó que dos meses después se temiera por la seguridad de la Semana Santa (del 6 al 11 de Abril), y por esa razón solo salieron tres cofradías a la calle.
     Tres meses después, en Julio, surgen los movimientos cantonalistas, y en la madrugada siguiente a la dimisión de Pi y Margall, el 19 de Julio, los sectores más drásticos de los republicanos federales con grupos internacionalistas, proclamaron en el ayuntamiento sevillano el Manifiesto del Cantón Andaluz; este movimiento duró poco, ya que un mes después fue aplastado por las tropas del general Manuel Pavía, que entraron en la ciudad por un boquete abierto junto a la Puerta de la Carne, y redujeron las últimas milicias que se refugiaron en la Fábrica de Tabacos.
     La I República apenas duró 11 meses, con 4 gobiernos, terminando con el Golpe de Estado del General Pavía, que disuelve las cortes el 3 de Enero de 1874, y establece la Restauración Borbónica en la figura de Alfonso XII.
     Pero en este hervidero político, con respecto a lo que nos interesa, el mundo de la Semana Santa Sevillana, se da un fenómeno extremadamente curioso, que José Sánchez Herero explica magistralmente en su «La Semana Santa de Sevilla»:
«Para el mundo cofradiero sevillano fueron aquellos años difíciles, pero muy curiosos, pues la cofradías de Semana Santa sevillana comienzan a conformar un ser por sí mismas, en la que se olvida o se prescinde de su ser cristiano, para afirmar su ser sevillano, su carácter sevillano e, incluso, de este o aquel barrio sevillano. Es la «cofradía romántica» que defiende una cultura autónoma y autóctona no solo nacional, sino inclusive cantonal, ciudadana y hasta propia de cada barrio, válida por sí misma, que se impone como valor cultural por encima de grupos creyentes o no creyentes y de partidos políticos de izquierda o de derecha, conservadores o carlistas y liberales o progresistas.»
     En estos años no hay atentados propiamente dichos, pero es necesario explicar la situación política del país y los ánimos del pueblo con los que entran en el siglo XX.
     Con la restauración borbónica España vive momentos de cierta tranquilidad política en los sucesivos reinados de Alfonso XII (1875-85), la regencia de María Cristina (1885-1901), y los primeros años de la mayoría de edad de Alfonso XIII (1901-1931); aunque no exenta de conflictos bélicos, como la guerra con Marruecos (1893) las insurrecciones en Cuba (1893 y 1895), la guerra de Filipinas (1896) y con Estados Unidos (1898) que acabó con la pérdida de la isla de Cuba (también perdió Filipinas ese mismo año).
     Digamos que esos años en el aspecto social, fueron «felices» para la burguesía y la nobleza sevillana, pero no para las clases populares, cuyo precario estado social pone en marcha una «bomba de relojería» que acabaría en los sucesos de la II República y la Guerra Civil española.

Principios del XX:
  Para explicar los acontecimientos que analizaremos más abajo, también es necesario explicar otros acontecimientos que derivan en el más exacerbado anticlericalismo.
     El anticlericalismo tiene su nacimiento con la ilustración francesa, con filósofos como Voltaire que atacaban sistemáticamente la iglesia católica y sus manejos e interferencias dentro de la política de los gobiernos. Por otra parte, en aquellos años la iglesia defendía los modelos absolutistas de gobierno y estaba en contra de los movimientos obreros, de clara tendencia marxista; así mismo apoyaba los movimientos más reaccionarios de la sociedad. Por estos motivos y por estar tradicionalmente del lado del poder político o económico, y también por estar en el control de la enseñanza, provocó un sentimiento anticlerical en las clases más populares.


      Como muestra de este sentimiento anticlerical en la España de principios del XX, basta mencionar los acontecimientos ocurridos en la Semana Trágica de Barcelona en 1909, que a parte del saldo de muertos y heridos, 112 edificios fueron incendiados, de los cuales 80 eran religiosos; ardiendo escuelas, iglesias, conventos, residencias del clero, e instituciones benéficas... al igual que se profanaron tumbas abriendo los féretros y sacando las momias a la vía pública.
   Como podemos ver, estos años fueron de gran inestabilidad política, pero a pesar de ello no hubo ningún atentado en contra de nuestras hermandades hasta 1919.  Ese año, durante la cuaresma, corrieron rumores de atentados terroristas para boicotear la Semana Santa sevillana, rumores que la autoridad consideró alarmistas, pero que por desgracia se tornaron el realidad al explotar una bomba a la Salida del Gran Poder de la Catedral (cuyo propósito era destruir la imagen del Gran Poder), produciendo graves heridas al religioso Ramón Quiza Herranz, misionero del Corazón de María, que pisó sin querer el explosivo quedando gravemente herido, debiendo serle amputada una pierna por el tercio inferior del muslo. Este incidente provoco estados de pánico durante las cofradías del Viernes Santo, donde accidentes fortuitos eran interpretados como atentados y se produjeron griteríos y carreras en las Hermandades de La O, Monserrat y la Soledad de San Lorenzo.

La II República y la Guerra Civil:
   Ya hemos visto el anticlericalismo que parte del siglo XIX, y derivado de él son los acontecimientos que tuvieron lugar durante la Segunda República y la Guerra Civil española, en el que las hermandades y cofradías se vieron dañadas por las agresiones de hordas incultas y enfurecidas que no respetaban nada, destruyendo su propio patrimonio cultural.
   Desde la proclamación de la II República (14 de Abril de 1931), la agitación política en el país era generalizada, pero además tomó un cariz particular en contra de la Iglesia, siendo el objetivo frecuente de la izquierda revolucionaria, que veía en los privilegios que gozaba la iglesia una causa más del malestar social que se vivía, lo cual se tradujo muchas veces en la quema y destrucción de iglesias; como las ocurridas fundamentalmente en Madrid, Barcelona y Sevilla, con la generalizada quema de conventos, iglesias, colegios, bibliotecas y edificios religiosos en los días 10 y 11 de mayo de 1931, ante la cómplice pasividad oficial.


     El 11 de Mayo de 1931, en Sevilla fue asaltado el Convento de las Mínimas y los Paules; el colegio de los Jesuitas de la Plaza de Villasís fue saqueado y parcialmente incendiado. La capilla de San José de la calle Jovellanos fue incendiada. La iglesia del Buen Suceso fue asaltada; y si no hubiera sido por la intervención de la Guardia Civil, hubieran sido presas de las llamas la iglesia de los Jesuitas de la calle Trajano, el convento de los Capuchinos de la Ronda, y las iglesias de los Salesianos y Reparadoras.
     Mencionable es que por el miedo a estos asaltos, la Hermandad de la Quinta Angustia escondió el Cristo y el manto de la Virgen en casas particulares, mientras que la Virgen y el resto de los enseres los escondió en la cripta de la Iglesia de la Magdalena, y por tal motivo dada la gran humedad se perdió la imagen de la Virgen, teniendo la hermandad que sustituirla en 1935.
     Así llegamos a la famosa Semana Santa de 1932, en la que la única hermandad que hizo penitencia fue la de la Estrella, por lo que le vino los sobrenombres de «La Republicana» y «La Valiente». No vamos a entrar aquí en los entresijos políticos, manipulaciones, política de castigo etc... sino a relatar los incidentes que sufrió la hermandad durante su recorrido.
  • Antes de la salida, un nazareno (Antonio Rodríguez Iglesias) fue agredido por dos desconocidos, causándole contusiones.
  • En el puente de Triana, un pequeño grupo incontrolado intentó acercarse al palio sin conseguirlo.
  • Carrero menciona que el primer incidente se dio en la calle Rioja, donde un objeto pesado calló sobre el palio, resultando ser el remate de un pasamanos de escalera. J. Julio Gómez Trigo en cambio sitúa este hecho en la calle Velázquez, diciendo que era un remate de cemento dentro de un ramo de flores. Esto provocó carreras en todas direcciones, pero la Guardia Civil con pistola en mano pudo restablecer la calma.
  • En la Campana, pasando frente de «Kursal», arrojaron un ladrillo al paso de Cristo, rompiendo un ala de un angelote del paso, rebotando el proyectil en la cabeza del soldado Ginés Silvestre, que a pesar de la contusión causada por el ladrillo, se dirigió al perpetrador (Manuel Fernández de la Rosa, que resultó ser un huelguista del comercio del vino) y lo arrestó. Cuentan las crónicas que el perpetrador fue a punto de ser linchado públicamente.
  • En la calle Sierpes hubo vivas al Comunismo Libertario y más carreras y pánico, siendo detenido Luis Sánchez, de 44 años.
  • Más adelante, al pasar la procesión por enfrente del Circulo de Izquierda Republicana, grupos de extrema derecha rodearon a la Virgen prorrumpiendo gritos de «Viva Sevilla católica y mariana», claramente dirigidos al Círculo Republicano.
  • Al llegar a la plaza de San Francisco, los gritos continuaron, esta vez dirigidos contra el alcalde, y allí la «Niña de la Alfalfa» le cantó una saeta a la Virgen «muy de circunstancias»:
Se ha dicho en el Banco Azul
que España ya no es cristiana.
Aunque sea Republicana,
aquí quien manda eres tú,
Estrella de la mañana


  • Antes de llegar a la catedral, le fueron arrojados dos petardos al manto de la Virgen, que lo agujerearon y rompieron uno de los guardabrisas de los candelabros traseros, y a continuación dos disparos que causaron agujeros en el techo de palio. Naturalmente se sucedieron escenas de pánico en el público y la hermandad con grandes esfuerzos logró entrar en la Catedral cerrando sus puertas tras de sí. El autor de los disparos fue un militante de la CNT llamado Emiliano González Sánchez, que se había apostado cerca de la Catedral en la zona próxima a la Plaza del Triunfo, lugar por donde pretendía huir, pero fue detenido por el joven Diego Jiménez Martínez, que a pesar que el individuo le disparó tres veces (fallando), lo redujo de un bastonazo.
  • Después de este atentado la hermandad regresó a su templo, pero saliendo por la puerta de San Miguel, habiendo otros episodios, como es el intento de atentado que fue abortado por la autoridad pública gracias a la colaboración de un anciano vendedor de chucherías, en el que se evitó la colocación de una bomba debajo del puente.
  • Como último incidente, mencionar que en el Altozano, poco antes de la entrada, otros incontrolados arrojaron sobre el paso del Señor unos cascarones de huevo, que al parecer contenían una sustancia explosiva.
     Dos semanas después de la Semana Santa, el 8 de Abril, arde la iglesia de San Julián, perdiendo la hermandad de la Hiniesta sus imágenes y enseres. Esto provocó que numerosas hermandades, temerosas de sufrir el mismo destino que la de la Hiniesta escondieran sus imágenes y enseres en las casa de los hermanos, como lo hicieron la Macarena, la Estrella y la Cena; o hicieran turnos de vigilancia hermandades como el Cachorro o la Esperanza de Triana.  La hermandad de los Estudiantes sufrió otro tipo de atentado, ya que le cerraron la iglesia de la Anunciación con sus imágenes dentro, sin poder dar culto a las mismas, quedando allí de 1932 a 1935.
      La situación era caótica, y el 10 de Agosto, el General Sanjurjo intenta un Golpe de Estado en Sevilla que no salió adelante.  Todo esto provocó que no hubiera procesiones en 1933.
     1936 está marcado por el temor de las hermandades y la común estrategia de ocultar sus imágenes; temores que por desgracia se confirmaron posteriormente con la destrucción de iglesias, imágenes y enseres de muchas cofradías; y además, en la Semana Santa de ese año, hubo un incidente en el puente de Triana con un nazareno del Cachorro, que cuando se dirigía a su iglesia para hacer estación de penitencia con su hermandad, fue salvajemente agredido.
      Ese año esconden sus imágenes tras la Semana Santa las hermandades de la Cena, la Estrella, la Amargura, San Esteban, los Panaderos, la Macarena, la Esperanza de Triana (que además cuando procedían a esconder la imagen fue tiroteada), la Soledad de San Buenaventura, la Mortaja, la Trinidad y el Santo Entierro. Ardieron las iglesias de San Marcos (volviendo la Hiniesta a perder sus imágenes y enseres), Omnium Sanctorum, San Gil, Santa Marina, San Bernardo, San Roque y San Román. Otras Iglesia aunque no ardieron si fueron saqueadas, vandalizadas o mutiladas y quemadas sus imágenes, como San Juan de la Palma (perdiendo la Amargura los pasos y muchos enseres), la Capilla de Montesión, y la parroquia de la O, cuyas imágenes fueron brutalmente mutiladas. Otras se salvaron de milagro, como la iglesia del Cachorro, que si no hubiera sido por la intervención de
Salvador Dorado Vázquez «El Penitente», hubiera ardido ya que con arma en mano delante de la iglesia evito su quema. También evito la quema de la Iglesia de San Antonio Abad uno de los hermanos, que se metió entre el populacho y gritó de ir a otro sitio.
     Este es sin duda el peor episodio de la historia de nuestra Semana Santa, donde se perdieron obras de incalculable valor artístico, y las hermandades sufrieron muchísimas perdidas, teniendo muchas de ellas que prácticamente rehacer su patrimonio. A pesar de ello, ninguna hermandad se extinguió, y por el contrario resurgieron en la postguerra con más fuerza, surgiendo nuevas hermandades.  Aunque los atentados contra nuestras hermandades no acaban aquí, como veremos más adelante.

© C. R. Worth.  20- V- 2008