Atentados contra las Hermandades
III
Proseguimos con los atentados en contra de nuestras hermandades, y en esta
ocasión veremos los sucesos del primer tercio del siglo XX.
Finales del XIX:
Ya hemos visto en el
anterior artículo sobre los atentados del XIX como el sentimiento
anticlerical derivó en la extinción de órdenes religiosas, cierre de conventos,
expropiaciones etc... y cómo el último gran acontecimiento político explicado
(la Gloriosa) afectó a nuestras hermandades. Tras la Gloriosa de 1868, tuvo
lugar el Sexenio Revolucionario (1868-1873); cuyos apenas seis años, son una
etapa compleja de la Historia de España. Tras la caída y exilio de Isabel II, y
la formación de las distintas Juntas Revolucionarias, el general Francisco
Serrano y Domínguez fue nombrado regente del Gobierno Provisional. En 1869 se
promulga una nueva constitución, que establecía como forma de gobierno una
monarquía constitucional; y tras varias candidaturas para la regencia de
España, se elige a Amadeo Fernando María de Saboya y Austria, Duque de Aosta,
que subió al trono de España en 1870 como Amadeo I. Hay que mencionar, que en
las cortes, aunque venció la candidatura de Amadeo de Saboya por 191 votos, 60
diputados votaron por la República Federal, 2 por la República Unitaria, y 1
por una República Indefinida, y esto es reflejo del movimiento cantonalista y
federalista de tendencias republicanas que había en el país. También es
destacable que durante estos años estalla la Tercera Guerra Carlista (1872-76)
que principalmente afecta al norte del país, la Guerra de los Diez Años
(1868-78) que se considera la primera Guerra de Independencia Cubana, y las
Revoluciones Cantonales que tuvieron lugar en 1873, en la que diversas ciudades
se autoproclamaron estados independientes voluntariamente federados en la Federación
española; entre ellos, Sevilla.
Antes de que Sevilla se proclamara
Cantón Independiente, el 11 de Febrero de 1873 se proclama la I República en
España, y ese mismo día Amadeo I abdica.
Por esas fechas el país estaba en una constante inestabilidad política con un
sentimiento antirreligioso en general con saqueos y quemas de capillas en el territorio
nacional. Ello provocó que dos meses después se temiera por la seguridad de la
Semana Santa (del 6 al 11 de Abril), y por esa razón solo salieron tres
cofradías a la calle.
Tres meses después, en
Julio, surgen los movimientos cantonalistas, y en la madrugada siguiente a la
dimisión de Pi y Margall, el 19 de Julio, los sectores más drásticos de los
republicanos federales con grupos internacionalistas, proclamaron en el
ayuntamiento sevillano el Manifiesto del Cantón Andaluz; este movimiento
duró poco, ya que un mes después fue aplastado por las tropas del general
Manuel Pavía, que entraron en la ciudad por un boquete abierto junto a la
Puerta de la Carne, y redujeron las últimas milicias que se refugiaron en la
Fábrica de Tabacos.
La I República apenas
duró 11 meses, con 4 gobiernos, terminando con el Golpe de Estado del General
Pavía, que disuelve las cortes el 3 de Enero de 1874, y establece la
Restauración Borbónica en la figura de Alfonso XII.
Pero en este hervidero
político, con respecto a lo que nos interesa, el mundo de la Semana Santa Sevillana,
se da un fenómeno extremadamente curioso, que José Sánchez Herero explica
magistralmente en su «La Semana Santa de Sevilla»:
«Para el mundo cofradiero sevillano fueron
aquellos años difíciles, pero muy curiosos, pues la cofradías de Semana Santa sevillana
comienzan a conformar un ser por sí mismas, en la que se olvida o se prescinde
de su ser cristiano, para afirmar su ser sevillano, su carácter sevillano e,
incluso, de este o aquel barrio sevillano. Es la «cofradía romántica» que
defiende una cultura autónoma y autóctona no solo nacional, sino inclusive
cantonal, ciudadana y hasta propia de cada barrio, válida por sí misma, que se
impone como valor cultural por encima de grupos creyentes o no creyentes y de
partidos políticos de izquierda o de derecha, conservadores o carlistas y
liberales o progresistas.»
En estos años no hay
atentados propiamente dichos, pero es necesario explicar la situación política
del país y los ánimos del pueblo con los que entran en el siglo XX.
Con la restauración
borbónica España vive momentos de cierta tranquilidad política en los sucesivos
reinados de Alfonso XII (1875-85), la regencia de María Cristina (1885-1901), y
los primeros años de la mayoría de edad de Alfonso XIII (1901-1931); aunque no
exenta de conflictos bélicos, como la guerra con Marruecos (1893) las
insurrecciones en Cuba (1893 y 1895), la guerra de Filipinas (1896) y con
Estados Unidos (1898) que acabó con la pérdida de la isla de Cuba (también
perdió Filipinas ese mismo año).
Digamos que esos años en
el aspecto social, fueron «felices» para la burguesía y la nobleza sevillana,
pero no para las clases populares, cuyo precario estado social pone en marcha
una «bomba de relojería» que acabaría en los sucesos de la II República y la
Guerra Civil española.
Principios del XX:
Para explicar los acontecimientos que
analizaremos más abajo, también es necesario explicar otros acontecimientos que
derivan en el más exacerbado anticlericalismo.
El anticlericalismo
tiene su nacimiento con la ilustración francesa, con filósofos como Voltaire
que atacaban sistemáticamente la iglesia católica y sus manejos e
interferencias dentro de la política de los gobiernos. Por otra parte, en
aquellos años la iglesia defendía los modelos absolutistas de gobierno y estaba
en contra de los movimientos obreros, de clara tendencia marxista; así mismo
apoyaba los movimientos más reaccionarios de la sociedad. Por estos motivos y
por estar tradicionalmente del lado del poder político o económico, y también
por estar en el control de la enseñanza, provocó un sentimiento anticlerical en
las clases más populares.
Como muestra de
este sentimiento anticlerical en la España de principios del XX, basta
mencionar los acontecimientos ocurridos en la Semana Trágica de Barcelona en 1909, que a
parte del saldo de muertos y heridos, 112 edificios fueron incendiados, de los
cuales 80 eran religiosos; ardiendo escuelas, iglesias, conventos, residencias
del clero, e instituciones benéficas... al igual que se profanaron tumbas
abriendo los féretros y sacando las momias a la vía pública.
Como podemos ver, estos años fueron
de gran inestabilidad política, pero a pesar de ello no hubo ningún atentado en
contra de nuestras hermandades hasta 1919. Ese año, durante la cuaresma,
corrieron rumores de atentados terroristas para boicotear la Semana Santa
sevillana, rumores que la autoridad consideró alarmistas, pero que por
desgracia se tornaron el realidad al explotar una bomba a la Salida del Gran
Poder de la Catedral (cuyo propósito era destruir la imagen del Gran Poder), produciendo
graves heridas al religioso Ramón Quiza Herranz, misionero del Corazón de
María, que pisó sin querer el explosivo quedando gravemente herido, debiendo
serle amputada una pierna por el tercio inferior del muslo. Este incidente
provoco estados de pánico durante las cofradías del Viernes Santo, donde
accidentes fortuitos eran interpretados como atentados y se produjeron griteríos
y carreras en las Hermandades de La O, Monserrat y la Soledad de San Lorenzo.
La II República y la Guerra
Civil:
Ya hemos visto el anticlericalismo
que parte del siglo XIX, y derivado de él son los acontecimientos que tuvieron
lugar durante la Segunda República y la Guerra Civil española, en el que las
hermandades y cofradías se vieron dañadas por las agresiones de hordas incultas
y enfurecidas que no respetaban nada, destruyendo su propio patrimonio
cultural.
Desde la proclamación de la II
República (14 de Abril de 1931), la agitación política en el país era
generalizada, pero además tomó un cariz particular en contra de la Iglesia,
siendo el objetivo frecuente de la izquierda revolucionaria, que veía en los
privilegios que gozaba la iglesia una causa más del malestar social que se
vivía, lo cual se tradujo muchas veces en la quema y destrucción de iglesias;
como las ocurridas fundamentalmente en Madrid, Barcelona y Sevilla, con la
generalizada quema de conventos, iglesias, colegios, bibliotecas y edificios
religiosos en los días 10 y 11 de mayo de 1931, ante la cómplice pasividad
oficial.
El 11
de Mayo de 1931, en Sevilla fue asaltado el Convento de las Mínimas y los
Paules; el colegio de los Jesuitas de la Plaza de Villasís fue saqueado y
parcialmente incendiado. La capilla de San José de la calle Jovellanos fue
incendiada. La iglesia del Buen Suceso fue asaltada; y si no hubiera sido por
la intervención de la Guardia Civil, hubieran sido presas de las llamas la
iglesia de los Jesuitas de la calle Trajano, el convento de los Capuchinos de
la Ronda, y las iglesias de los Salesianos y Reparadoras.
Mencionable es que por
el miedo a estos asaltos, la Hermandad de la Quinta Angustia escondió el Cristo
y el manto de la Virgen en casas particulares, mientras que la Virgen y el
resto de los enseres los escondió en la cripta de la Iglesia de la Magdalena, y
por tal motivo dada la gran humedad se perdió la imagen de la Virgen, teniendo
la hermandad que sustituirla en 1935.
Así llegamos a la famosa
Semana Santa de 1932, en la que la única hermandad que hizo penitencia fue la
de la Estrella, por lo que le vino los sobrenombres de «La Republicana» y «La
Valiente». No vamos a entrar aquí en los entresijos políticos, manipulaciones,
política de castigo etc... sino a relatar los incidentes que sufrió la
hermandad durante su recorrido.
- Antes de la salida, un nazareno (Antonio Rodríguez Iglesias) fue agredido por dos desconocidos, causándole contusiones.
- En el puente de Triana, un pequeño grupo incontrolado intentó acercarse al palio sin conseguirlo.
- Carrero menciona que el primer incidente se dio en la calle Rioja, donde un objeto pesado calló sobre el palio, resultando ser el remate de un pasamanos de escalera. J. Julio Gómez Trigo en cambio sitúa este hecho en la calle Velázquez, diciendo que era un remate de cemento dentro de un ramo de flores. Esto provocó carreras en todas direcciones, pero la Guardia Civil con pistola en mano pudo restablecer la calma.
- En la Campana, pasando frente de «Kursal», arrojaron un ladrillo al paso de Cristo, rompiendo un ala de un angelote del paso, rebotando el proyectil en la cabeza del soldado Ginés Silvestre, que a pesar de la contusión causada por el ladrillo, se dirigió al perpetrador (Manuel Fernández de la Rosa, que resultó ser un huelguista del comercio del vino) y lo arrestó. Cuentan las crónicas que el perpetrador fue a punto de ser linchado públicamente.
- En la calle Sierpes hubo vivas al Comunismo Libertario y más carreras y pánico, siendo detenido Luis Sánchez, de 44 años.
- Más adelante, al pasar la procesión por enfrente del Circulo de Izquierda Republicana, grupos de extrema derecha rodearon a la Virgen prorrumpiendo gritos de «Viva Sevilla católica y mariana», claramente dirigidos al Círculo Republicano.
- Al llegar a la plaza de San Francisco, los gritos continuaron, esta vez dirigidos contra el alcalde, y allí la «Niña de la Alfalfa» le cantó una saeta a la Virgen «muy de circunstancias»:
Se ha dicho en el Banco Azul
que España ya no es cristiana.
Aunque sea Republicana,
aquí quien manda eres tú,
Estrella de la mañana
que España ya no es cristiana.
Aunque sea Republicana,
aquí quien manda eres tú,
Estrella de la mañana
- Antes de llegar a la catedral, le fueron arrojados dos petardos al manto de la Virgen, que lo agujerearon y rompieron uno de los guardabrisas de los candelabros traseros, y a continuación dos disparos que causaron agujeros en el techo de palio. Naturalmente se sucedieron escenas de pánico en el público y la hermandad con grandes esfuerzos logró entrar en la Catedral cerrando sus puertas tras de sí. El autor de los disparos fue un militante de la CNT llamado Emiliano González Sánchez, que se había apostado cerca de la Catedral en la zona próxima a la Plaza del Triunfo, lugar por donde pretendía huir, pero fue detenido por el joven Diego Jiménez Martínez, que a pesar que el individuo le disparó tres veces (fallando), lo redujo de un bastonazo.
- Después de este atentado la hermandad regresó a su templo, pero saliendo por la puerta de San Miguel, habiendo otros episodios, como es el intento de atentado que fue abortado por la autoridad pública gracias a la colaboración de un anciano vendedor de chucherías, en el que se evitó la colocación de una bomba debajo del puente.
- Como último incidente, mencionar que en el Altozano, poco antes de la entrada, otros incontrolados arrojaron sobre el paso del Señor unos cascarones de huevo, que al parecer contenían una sustancia explosiva.
Dos semanas después de
la Semana Santa, el 8 de Abril, arde la iglesia de San Julián, perdiendo la
hermandad de la Hiniesta sus imágenes y enseres. Esto provocó que numerosas
hermandades, temerosas de sufrir el mismo destino que la de la Hiniesta
escondieran sus imágenes y enseres en las casa de los hermanos, como lo
hicieron la Macarena, la Estrella y la Cena; o hicieran turnos de vigilancia
hermandades como el Cachorro o la Esperanza de Triana. La hermandad de
los Estudiantes sufrió otro tipo de atentado, ya que le cerraron la iglesia de
la Anunciación con sus imágenes dentro, sin poder dar culto a las mismas,
quedando allí de 1932 a 1935.
La situación era
caótica, y el 10 de Agosto, el General Sanjurjo intenta un Golpe de Estado en
Sevilla que no salió adelante. Todo esto provocó que no hubiera
procesiones en 1933.
1936 está marcado por el
temor de las hermandades y la común estrategia de ocultar sus imágenes; temores
que por desgracia se confirmaron posteriormente con la destrucción de iglesias,
imágenes y enseres de muchas cofradías; y además, en la Semana Santa de ese
año, hubo un incidente en el puente de Triana con un nazareno del Cachorro, que
cuando se dirigía a su iglesia para hacer estación de penitencia con su
hermandad, fue salvajemente agredido.
Ese año esconden sus imágenes tras la Semana Santa las hermandades de la Cena, la Estrella, la Amargura, San Esteban, los Panaderos, la Macarena, la Esperanza de Triana (que además cuando procedían a esconder la imagen fue tiroteada), la Soledad de San Buenaventura, la Mortaja, la Trinidad y el Santo Entierro. Ardieron las iglesias de San Marcos (volviendo la Hiniesta a perder sus imágenes y enseres), Omnium Sanctorum, San Gil, Santa Marina, San Bernardo, San Roque y San Román. Otras Iglesia aunque no ardieron si fueron saqueadas, vandalizadas o mutiladas y quemadas sus imágenes, como San Juan de la Palma (perdiendo la Amargura los pasos y muchos enseres), la Capilla de Montesión, y la parroquia de la O, cuyas imágenes fueron brutalmente mutiladas. Otras se salvaron de milagro, como la iglesia del Cachorro, que si no hubiera sido por la intervención de Salvador Dorado Vázquez «El Penitente», hubiera ardido ya que con arma en mano delante de la iglesia evito su quema. También evito la quema de la Iglesia de San Antonio Abad uno de los hermanos, que se metió entre el populacho y gritó de ir a otro sitio.
Ese año esconden sus imágenes tras la Semana Santa las hermandades de la Cena, la Estrella, la Amargura, San Esteban, los Panaderos, la Macarena, la Esperanza de Triana (que además cuando procedían a esconder la imagen fue tiroteada), la Soledad de San Buenaventura, la Mortaja, la Trinidad y el Santo Entierro. Ardieron las iglesias de San Marcos (volviendo la Hiniesta a perder sus imágenes y enseres), Omnium Sanctorum, San Gil, Santa Marina, San Bernardo, San Roque y San Román. Otras Iglesia aunque no ardieron si fueron saqueadas, vandalizadas o mutiladas y quemadas sus imágenes, como San Juan de la Palma (perdiendo la Amargura los pasos y muchos enseres), la Capilla de Montesión, y la parroquia de la O, cuyas imágenes fueron brutalmente mutiladas. Otras se salvaron de milagro, como la iglesia del Cachorro, que si no hubiera sido por la intervención de Salvador Dorado Vázquez «El Penitente», hubiera ardido ya que con arma en mano delante de la iglesia evito su quema. También evito la quema de la Iglesia de San Antonio Abad uno de los hermanos, que se metió entre el populacho y gritó de ir a otro sitio.
Este es sin duda el peor
episodio de la historia de nuestra Semana Santa, donde se perdieron obras de
incalculable valor artístico, y las hermandades sufrieron muchísimas perdidas,
teniendo muchas de ellas que prácticamente rehacer su patrimonio. A pesar de
ello, ninguna hermandad se extinguió, y por el contrario resurgieron en la
postguerra con más fuerza, surgiendo nuevas hermandades. Aunque los
atentados contra nuestras hermandades no acaban aquí, como veremos más
adelante.
© C. R. Worth. 20- V- 2008