La guasa sevillana con hermandades
y cofradías.
Dedicado a
mis compadres, Ma del Mar García Roldán y José Juan González Ortíz.
Como nos contaba el
ahora nuestro pregonero D. Antonio Burgos en su «Diccionario secreto de la
Semana Santa», «Sevilla es la ciudad de la Guasa», y no de «la gracia»
como aseguraba José María Izquierdo. ¿Y que es «la guasa»?, se preguntaran
aquellos lectores que vengan a estas páginas más allá de las fronteras del
Guadalquivir; la guasa es el sentido del humor con mucho malaje, es decir algo
que pretende ser gracioso pero que lleva las de Caín. Esa es la definición de
la guasa más pura, y después hay otra «guasa light», llena de ingenio, en la
que dependiendo del que escuche la chanza pude reírse, o sonreírse y pensar o
decir sobre la burla «anda... que vaya tela»; en donde lo humorístico y lo
malaje esta en esa línea indefinida de en medio, ya que muchos confunden la
guasa con gracia.
Una vez definido,
diremos que en Sevilla y con respecto al mundo de las cofradías hay mucha
guasa, y ya no digo dentro de las corporaciones (que eso daría para otro
artículo) en las relaciones entre hermanos, sino en el mundo de las cofradías
de cara a la ciudad de Sevilla, en donde la ciudadanía le saca punta a todo, y
muchas veces de un modo irreverente le pone motes a imágenes, pasos, enseres y
todo lo referido al universo de la Semana Santa Sevillana.
"La barbería"
Las imágenes titulares:
Este es el apartado en
que los apodos de las imágenes pueden llegar a un sentido más irreverente, ya
que estamos hablando de imágenes al culto con fuerte devoción popular, y
aquellos apelativos peyorativos caen en la vulgaridad; como el que define a
Nuestra Señora de la Soledad de San Buenaventura, como «La ganso», o el
Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, como «El Cristo las quinielas»,
porque decían estaba pensando si poner 1-x-2. De estos, el que se lleva la
palma, no ya como un nombre arraigado popular, pero si por unas declaraciones
que en su tiempo hizo Manuel Escamilla (cuando se hablaba del cambio de la
imagen de la Virgen de la Cabeza, siendo este el imaginero que trasformo el
ángel de Pizarro en una dolorosa), comentando sobre el palio de la Virgen que «era
una jaula muy bonita para un pájaro tan feo», ...tela de guasa.
Cuando las imágenes no
gustan, se les llegan a poner motes, pero quizá el más conocido episodio por el
ingenio de la situación, es la muy bien conocida anécdota que implicaba a una
de las operarias de la fábrica de tabacos, que cuando se estrenó la nueva
imagen de Jesús atado a la columna de Joaquín Bilbao en 1914, le cantó una
saeta a la virgen que decía:
Madre mía de la Victoria
que penita y que dolor
que te han quitado a tu Hijo
y te han puesto al «pagador»
que penita y que dolor
que te han quitado a tu Hijo
y te han puesto al «pagador»
Esta hacía referencia a
D. Ramón Anido, cajero y «pagador» de la fábrica de tabacos, un hombre de gran
corpulencia, con «similitud» en la envergadura al Cristo de Bilbao, ya que
este media 2,10 m. A partir de aquí la imagen era conocida como «el pagaó» y más tarde era llamado «Quincón», pura guasa cinematográfica en
referencia a la película norteamericana de 1933, King Kong; esta imagen no arraigó y la
hermandad posteriormente tuvo que sustituirla.
A veces las imágenes son
conocida por un nombre distinto a su advocación de una forma popular, y en
estos casos no son peyorativos; como «el cachorro» que toma su nombre del
gitano en el que se inspiró Francisco Antonio Gijón para realizar el Cristo de
la Expiración; o como cuando los gitanos llaman a su cristo «Manué»; aunque el más
bonito de todos, que más que apodo es piropo es el que definía a la Virgen del
Patrocinio de la Hermandad del Cachorro como «La señorita de Triana», imagen de
autor anónimo que se perdió en un incendio en 1973. La Virgen de la Encarnación
de San Benito, que en la antigüedad fue trianera, también tenía un sobrenombre,
«La palomita de Triana», y eso era porque antes llevaba una paloma grande
en la gloria del palio simbolizando el espíritu santo. Otro apelativo cariñoso
es llamar a la Estrella «la valiente» y «el jorobaito» a Jesús Nazareno de la
Hermandad de la O; y por la tez tan morena y desconchada del Gran Poder se le
llamó «El Divino Leproso o el Cisquero de San Lorenzo» (hoy en día con la
maravillosa restauración que ha sido llevada recientemente, ese nombre ya no le
va).
Las imágenes secundarias:
Son las
figuras secundarias las que a través de la historia han recogido más motes, y
esto en parte es debido a que las imágenes de sayones, acusadores o romanos han
sido los «villanos» en el drama de la pasión, y desde la antigüedad se ha
asociado el feísmo con la maldad (sorprendente cuando según la leyenda, Lucifer
era el ángel más bello de Dios creó); por esa razón esas figuras han sido «especialmente
feas» en nuestra Semana Santa, y por consiguiente han generado más motes.
Ya González de León nos llamaba
«el tuerto» a uno de los desaparecidos judíos del paso de Cristo de la
Hermandad de la Amargura, un sanedrita de la Hermandad de San Esteban es
conocido como «el perra gorda»1 por su actitud pedigüeña; volviendo
a la Amargura, uno de los romanos es «el mellao», y quizás de estas figuras
secundarias los que tenían más motes eran los antiguos sayones de la hermandad
de las Cigarreras, que eran conocidos por «Chamizo», «el verrugas», «el mellado»
y «el tío de los espárragos». También entre las imágenes hoy desaparecidas de
Sevilla, estaba el antiguo San Juan del Apostolado de Bidón de la Cena, que era
conocido como «D'Artagnan», y que hoy en día está en la localidad cordobesa de Puente
Genil.
Más recientemente y como
signo de los nuevos tiempos, a la figura de Caifás de la Hermandad de San
Gonzalo se le empezó a llamar «el de la calculadora», por el pectoral que lleva
la imagen que se asemeja a ese ingenio electrónico, y por unos años (quizá por
el pitorreo de la gente) dejo de sacar esta distintiva pieza de la indumentaria
del Sumo Sacerdote.
Los corceles también son imágenes secundarias, y es bien conocido que al pollino que acompaña al asno en la Entrada en Jerusalén se le llama «la rucha».
Los corceles también son imágenes secundarias, y es bien conocido que al pollino que acompaña al asno en la Entrada en Jerusalén se le llama «la rucha».
Los pasos:
Las
andas de las hermandades también han recibido su buena dosis de guasa. Uno de
los registros más antiguos que tenemos es en referencia al paso alegórico que
sacaba la Hermandad de Monserrat, en el que se representaba al profeta Isaías
sentado en una peña y en cuya mano izquierda llevaba un pergamino y en la
derecha la pluma para escribir en él sus profecías sobre la venida del
redentor. Este paso era conocido como el «Santo del Poyetón», que aparte de ir
sentado en una roca «irse al poyetón o sentarse en el poyetón» significaba
quedarse soltera, y eso estaba asociado a la leyenda popular en la que se decía
que parecía que iba mirando a los balcones apuntando los nombres de las
jovencitas que quedarían solteras, por lo cual al pasar el santo todas las
muchachas en edad de merecer se escondían a su paso. Alegórico también lo es el
Triunfo de la Santa Cruz de la Hermandad del Santo Entierro, que es conocido
popularmente como «La Canina»; y es así mismo alegórico El Sagrado Decreto de
la Trinidad, que dejó de salir a partir de 1951, y que luego la hermandad lo
recuperó posteriormente. Sobre este paso hay una declaración con «guasa o
gracia», depende del cristal con que se mire, de D. Isidoro Moreno en su libro
sobre la Semana Santa de Sevilla: «A comienzos de los 90, la hermandad de la
Trinidad volvió a sacar el paso del Sagrado Decreto, pero la sucesiva
sustitución de las figuras del mismo, e incluso el cambio de su composición, lo
acercan cada año más a un paso de misterio, el más misterioso de todos por ser
absolutamente incomprensible para quienes lo contemplan». En 1982, y como 475 aniversario
de la Hermandad de la Trinidad, este paso alegórico volvió a salir en una
salida extraordinaria, a la que asistí; de vuelta a casa y contándole el evento
a mi padre, va y me dice «si hombre, sí, si ese paso salía antiguamente, la
torta de aceite» (también conocido como «la galleta»); por lo visto ese era
el mote que tenía en la década de los 40 por las ráfagas con la paloma del
espíritu santo, motivo que ha desaparecido.
A principios del siglo XX el paso de la Sentencia de la Hermandad de la Macarena era conocido como «la barbería», ya que los sanedritas sentados se decían estaban esperando su turno para cortarse el pelo. El paso que la Hermandad de la Amargura estrenó en 1911, era conocido popularmente como «el Acorazado Potemkim» por sus grandes proporciones (quizá de ahí venga llamar «barcos» a los pasos de grandes dimensiones). El paso de la Entrada en Jerusalén a principios del XX era conocido como «La cómoda», por el diseño de su canastilla, y los costaleros de hoy lo llaman «la burra»; y en 1924, tras ser renovado el paso del Buen Fin, que de tener la Magdalena y el Cristo únicamente, pasó a incorporársele las figuras de la Virgen, San Juan, los Santos Varones y dos romanos... por lo que el pueblo sevillano al verlo tan lleno empezó a llamarlo «El tranvía». El paso de «los espejitos» es el de la Coronación de Espinas de la Hermandad del Valle, por esos motivos ornamentales.
A principios del siglo XX el paso de la Sentencia de la Hermandad de la Macarena era conocido como «la barbería», ya que los sanedritas sentados se decían estaban esperando su turno para cortarse el pelo. El paso que la Hermandad de la Amargura estrenó en 1911, era conocido popularmente como «el Acorazado Potemkim» por sus grandes proporciones (quizá de ahí venga llamar «barcos» a los pasos de grandes dimensiones). El paso de la Entrada en Jerusalén a principios del XX era conocido como «La cómoda», por el diseño de su canastilla, y los costaleros de hoy lo llaman «la burra»; y en 1924, tras ser renovado el paso del Buen Fin, que de tener la Magdalena y el Cristo únicamente, pasó a incorporársele las figuras de la Virgen, San Juan, los Santos Varones y dos romanos... por lo que el pueblo sevillano al verlo tan lleno empezó a llamarlo «El tranvía». El paso de «los espejitos» es el de la Coronación de Espinas de la Hermandad del Valle, por esos motivos ornamentales.
También es bien conocido que el paso de la presentación al pueblo
de la hermandad de San Benito se le llamaba «una copa pa' este», ya que
antiguamente en frente de la puerta de salida de la iglesia de San Benito, había
una taberna, y por las grandes dimensiones del paso, y lo difícil que era
maniobrar la salida, literalmente el paso se metía un poco dentro de la
taberna, y con el gesto de Pilato, parecía que estaba pidiendo al tabernero
algo de beber.
Cuando en 1931 la Hermandad del Calvario sacó por primera vez su paso con los tradicionales cuatro hachones en las esquinas, fue muy criticado, diciendo que el paso era «una mesa patas arribas».
Cuando en 1931 la Hermandad del Calvario sacó por primera vez su paso con los tradicionales cuatro hachones en las esquinas, fue muy criticado, diciendo que el paso era «una mesa patas arribas».
Los enseres:
La guasa también
llega a los enseres, y es de todos bien conocidos que a los estandartes
de las hermandades se les llama «el bacalao», por su semejanza con un bacalao
seco. El Senatus, que en muchas hermandades solo lleva el acrónimo S.P.Q.R., y
que significan «Senatus Popolusque Romanus»; los amantes de la guasa le llaman «San
Pedro quiere rosquillas», «San Pedro quiere rosquetes» o en Triana «Sardinas
picantes que rabian». La cruz de guía de la Hermandad de los Negritos es
conocida como «la cruz de las toallas» por el sudario que lleva.
Uno de los últimos motes
que he escuchado es sobre el manto de la Virgen de los Dolores del Cerro,
bordado por Francisco Carrera «Paquili», de inspiración mudéjar, y que algunos
llaman «el tablero de ajedrez».
No ya con referencia a
los enseres, pero a la particular forma de vestir a las imágenes, también hay
cierta «guasa» en la nomenclatura, como la antigua usanza de vestir a la Virgen
de la Esperanza de Triana con el tocado «el refregador», en referencia a la
similitud con las antiguas tablas que servían para lavar a mano
en los lebrillos.
"El
bacalao"
"San
Pedro quiere rosquillas"
"El
tablero de ajedrez"
Tocado
"el refregador"
La Semana Santa y sus cofradías
en General:
Los
nombres populares de nuestras hermandades vienen por una de las imágenes, la
iglesia, el barrio, el origen gremial, racial o incluso la compostura de sus
hermanos (como el Silencio, que también se la conoce como «la madre y maestra»).
Uno de estos nombres populares, «los caballos» vienen del número de ellos que
había en la antigüedad en la cofradía de la Exaltación; y por la indumentaria y
la compostura de sus nazarenos se ha llegado a llamar a la Amargura «el
Silencio Blanco»; pero la indumentaria también ha llegado a provocar nombres
con una mijita de guasa, como el denominar a la Hermandad de Las Siete Palabras
«el carnaval del miércoles santo», por tener antaño cada cortejo de los tres
pasos una indumentaria distinta; el llamar «los pingüinos» al cortejo de los
nazarenos de la Hermandad de Santa Genoveva por su indumentaria negra y blanca
o el llamar a los del Buen Fin, por su indumentaria marrón franciscana «los
chocolateros»; o los «rabanitos» a los nazarenos de la O. Pero el nombre más
peyorativo de una hermandad (no creo que mal intencionado, más bien por
incultura) es la de llamar a la Hermandad de Jesús Despojado «los despojos», ya
que plural tiene un sentido totalmente distinto que en singular.
Los
programas de la Semana Santa con los horarios y recorridos de las hermandades
es conocido por «er pograma», por la forma en que solían vociferar antaño su
venta; se llaman «paveros» a los diputados de tramos encargados de la
chiquillería vestida de monaguillos; y también en nuestros cortejos, al grupo
de música de cámara formados por un clarinete, un fagot y un oboe, que van
delante de los pasos, se les llama «los pitos del silencio», por ser el
acompañamiento que suele llevar la Hermandad del Silencio.
También los personajes de nuestra semana mayor tienen sus motes, «el aguaó» es el que lleva un cántaro con agua a los costaleros para evitar que se deshidraten por el calor y el esfuerzo1; «el convite» es como se le llama a las representaciones del Santo Entierro, y antiguamente a cualquiera de las representaciones oficiales en una cofradía; los «Armaos» son la Centuria Romana que acompaña al Cristo de la Sentencia de la Hermandad de la Macarena, que entre ellos tienen sus propios nombres, como «el pelotón de los torpes» (los armaos más recientes) y «la gandinga» que es la parte final de la centuria; estos «armaos» llaman a su Cristo «el Sentencia», a secas, y al águila imperial romana «el pájaro»; con sus legendarios capitanes «El Pelao» (José López Fernández) y Antonio Ángel Franco «El Melli».
Hay en nuestra Semana Santa una serie de personajes entrañables que han pasado a la historia por sus motes, como José Ruiz Escamilla «Pepe el Planeta», que fundó la hermandad de la Candelaria, o D. Antonio González Abato, que era conocido cariñosamente en su feligresía como «El Cura Botella», pues recogía las botellas vacías para ayudar económicamente a su hermandad de Santa Genoveva. Legendario son Antonio Sanz, «Antoñito procesiones», o Francisco Rodríguez Moreno, más conocido como «el mudo de Santana»... que hay que tener arte para ser mudo y salir en Las Siete Palabras...
En
el mundo de la Semana Santa Sevillana, un redil de la guasa son los apodos que
tiene «la gente de abajo», es decir el mundo de los costaleros; de los cuales
su labor en las trabajaderas se le conoce como «el deporte sacro». En este
mundillo, los capataces y los hombres del costal tienen a menudo motes, como
los bien recordados amos del martillo «El penitente» (Salvador Dorado Vázquez),
«El Cachas» (Jerónimo Borrero), «El Fatiga» (Rafael Franco Luque), «el francés»
o el «gaseosero»; o los costaleros «El Balilla» (Ricardo Gordillo Díaz), «Romerito
el figura», «Angelillo», «El Boli» o «el Vinagre». Legendaria es la
cuadrilla de Rafael Franco apodada «los ratones», que eran más bajitos de lo
normal y sacaron el palio de la Virgen de las Tristezas; o la segunda cuadrilla
de este capatáz conocida como «las ratas» que llevaban palios más pesados.
Para terminar, mencionar que el mundo de la Semana Santa Sevillana rebautizó un
palacio sevillano, (el de los actuales duques de Medinaceli) en su origen del
III Marqués de Tarifa (Don Fadrique Enríquez de Rivera) cuando inició sus
Estaciones de la Cruz partiendo de su palacio... al que el pueblo sevillano
nombro a partir de entonces la «Casa de Pilatos»; y también mencionar que el
tribunal para el control de los horarios de las cofradías que está situado en
la Campana fue bautizado en su tiempo como «el patíbulo» o «el cadalso».
...
como hemos visto, a Sevilla le sobra guasa.
- Como acotación personal, diré que las hermandades
deberían subirse al carro de los nuevos tiempos y en vez de dar agua fresquita
a los costaleros --que está muy bien y es muy rica-- ofrecerles alguna bebida
isotónica, de la amplia variedad que hay en el mercado, como Gatorate, Powerade,
Aquarius etc, que son mejores para la rehidratación y reponen los minerales,
glucosas, aminoácidos etc. que pierden los costaleros con el esfuerzo. Al fin y
al cabo hacen igual esfuerzo que los deportistas y merecen ser cuidados como
los mejores medallistas... que ellos ya las tienen.
APOSTILLA:
Gracias a los lectores, este artículo se puede completar un poco más, como la
foto e información que me ha mandado D. Félix Manuel Hernández C. Martin,
Hermano Mayor de la Hermandad del Valle, en la que me cuenta que el paso de
Ntro. Padre Jesús con la Cruz al Hombro, a finales del XIX, por la cantidad de
figuras secundarias era conocido por «el mitín» (véase la foto a la derecha,
que data de 1888, saliendo de San Andrés), dato que desconocía. En la foto incluido
el Cristo, se ven 10 figuras, aunque no se ven el otro ladrón y el romano,
cojo, que portaba el Senatus.
>>
Gracias D. Felix, por esta aportación al artículo.
© C. R. Worth. 28- III- 2008