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Friday, March 28, 2008

La guasa sevillana con hermandades y cofradías.

La guasa sevillana con hermandades y cofradías.

Dedicado a mis compadres, Ma del Mar García Roldán y José Juan González Ortíz.


    Como nos contaba el ahora nuestro pregonero D. Antonio Burgos en su «Diccionario secreto de la Semana Santa», «Sevilla es la ciudad de la Guasa», y no de «la gracia» como aseguraba José María Izquierdo. ¿Y que es «la guasa»?, se preguntaran aquellos lectores que vengan a estas páginas más allá de las fronteras del Guadalquivir; la guasa es el sentido del humor con mucho malaje, es decir algo que pretende ser gracioso pero que lleva las de Caín. Esa es la definición de la guasa más pura, y después hay otra «guasa light», llena de ingenio, en la que dependiendo del que escuche la chanza pude reírse, o sonreírse y pensar o decir sobre la burla «anda... que vaya tela»; en donde lo humorístico y lo malaje esta en esa línea indefinida de en medio, ya que muchos confunden la guasa con gracia.

     Una vez definido, diremos que en Sevilla y con respecto al mundo de las cofradías hay mucha guasa, y ya no digo dentro de las corporaciones (que eso daría para otro artículo) en las relaciones entre hermanos, sino en el mundo de las cofradías de cara a la ciudad de Sevilla, en donde la ciudadanía le saca punta a todo, y muchas veces de un modo irreverente le pone motes a imágenes, pasos, enseres y todo lo referido al universo de la Semana Santa Sevillana.


"La cómoda"
"El tranvía"

"La barbería" 

Las imágenes titulares:
     Este es el apartado en que los apodos de las imágenes pueden llegar a un sentido más irreverente, ya que estamos hablando de imágenes al culto con fuerte devoción popular, y aquellos apelativos peyorativos caen en la vulgaridad; como el que define a Nuestra Señora de la Soledad de San Buenaventura, como «La ganso», o el Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, como «El Cristo las quinielas», porque decían estaba pensando si poner 1-x-2. De estos, el que se lleva la palma, no ya como un nombre arraigado popular, pero si por unas declaraciones que en su tiempo hizo Manuel Escamilla (cuando se hablaba del cambio de la imagen de la Virgen de la Cabeza, siendo este el imaginero que trasformo el ángel de Pizarro en una dolorosa), comentando sobre el palio de la Virgen que «era una jaula muy bonita para un pájaro tan feo», ...tela de guasa.
     Cuando las imágenes no gustan, se les llegan a poner motes, pero quizá el más conocido episodio por el ingenio de la situación, es la muy bien conocida anécdota que implicaba a una de las operarias de la fábrica de tabacos, que cuando se estrenó la nueva imagen de Jesús atado a la columna de Joaquín Bilbao en 1914, le cantó una saeta a la virgen que decía:

Madre mía de la Victoria
que penita y que dolor
que te han quitado a tu Hijo
y te han puesto al «pagador»

     Esta hacía referencia a D. Ramón Anido, cajero y «pagador» de la fábrica de tabacos, un hombre de gran corpulencia, con «similitud» en la envergadura al Cristo de Bilbao, ya que este media 2,10 m. A partir de aquí la imagen era conocida como «el pagaó» y más tarde era llamado «Quincón», pura guasa cinematográfica en referencia a la película norteamericana de 1933, King Kong; esta imagen no arraigó y la hermandad posteriormente tuvo que sustituirla.
     A veces las imágenes son conocida por un nombre distinto a su advocación de una forma popular, y en estos casos no son peyorativos; como «el cachorro» que toma su nombre del gitano en el que se inspiró Francisco Antonio Gijón para realizar el Cristo de la Expiración; o como cuando los gitanos llaman a su cristo «Manué»; aunque el más bonito de todos, que más que apodo es piropo es el que definía a la Virgen del Patrocinio de la Hermandad del Cachorro como «La señorita de Triana», imagen de autor anónimo que se perdió en un incendio en 1973. La Virgen de la Encarnación de San Benito, que en la antigüedad fue trianera, también tenía un sobrenombre, «La palomita de Triana», y eso era porque antes llevaba una  paloma grande en la gloria del palio simbolizando el espíritu santo. Otro apelativo cariñoso es llamar a la Estrella «la valiente» y «el jorobaito» a Jesús Nazareno de la Hermandad de la O; y por la tez tan morena y desconchada del Gran Poder se le llamó «El Divino Leproso o el Cisquero de San Lorenzo» (hoy en día con la maravillosa restauración que ha sido llevada recientemente, ese nombre ya no le va).

Las imágenes secundarias:
    Son las figuras secundarias las que a través de la historia han recogido más motes, y esto en parte es debido a que las imágenes de sayones, acusadores o romanos han sido los «villanos» en el drama de la pasión, y desde la antigüedad se ha asociado el feísmo con la maldad (sorprendente cuando según la leyenda, Lucifer era el ángel más bello de Dios creó); por esa razón esas figuras han sido «especialmente feas» en nuestra Semana Santa, y por consiguiente han generado más motes.
     Ya González de León nos llamaba «el tuerto» a uno de los desaparecidos judíos del paso de Cristo de la Hermandad de la Amargura, un sanedrita de la Hermandad de San Esteban es conocido como «el perra gorda»1 por su actitud pedigüeña; volviendo a la Amargura, uno de los romanos es «el mellao», y quizás de estas figuras secundarias los que tenían más motes eran los antiguos sayones de la hermandad de las Cigarreras, que eran conocidos por «Chamizo», «el verrugas», «el mellado» y «el tío de los espárragos». También entre las imágenes hoy desaparecidas de Sevilla, estaba el antiguo San Juan del Apostolado de Bidón de la Cena, que era conocido como «D'Artagnan», y que hoy en día está en la localidad cordobesa de Puente Genil.
     Más recientemente y como signo de los nuevos tiempos, a la figura de Caifás de la Hermandad de San Gonzalo se le empezó a llamar «el de la calculadora», por el pectoral que lleva la imagen que se asemeja a ese ingenio electrónico, y por unos años (quizá por el pitorreo de la gente) dejo de sacar esta distintiva pieza de la indumentaria del Sumo Sacerdote.
     Los corceles también son imágenes secundarias, y es bien conocido que al pollino que acompaña al asno en la Entrada en Jerusalén se le llama «la rucha».

Los pasos:
     Las andas de las hermandades también han recibido su buena dosis de guasa. Uno de los registros más antiguos que tenemos es en referencia al paso alegórico que sacaba la Hermandad de Monserrat, en el que se representaba al profeta Isaías sentado en una peña y en cuya mano izquierda llevaba un pergamino y en la derecha la pluma para escribir en él sus profecías sobre la venida del redentor. Este paso era conocido como el «Santo del Poyetón», que aparte de ir sentado en una roca «irse al poyetón o sentarse en el poyetón» significaba quedarse soltera, y eso estaba asociado a la leyenda popular en la que se decía que parecía que iba mirando a los balcones apuntando los nombres de las jovencitas que quedarían solteras, por lo cual al pasar el santo todas las muchachas en edad de merecer se escondían a su paso. Alegórico también lo es el Triunfo de la Santa Cruz de la Hermandad del Santo Entierro, que es conocido popularmente como «La Canina»; y es así mismo alegórico El Sagrado Decreto de la Trinidad, que dejó de salir a partir de 1951, y que luego la hermandad lo recuperó posteriormente. Sobre este paso hay una declaración con «guasa o gracia», depende del cristal con que se mire, de D. Isidoro Moreno en su libro sobre la Semana Santa de Sevilla: «A comienzos de los 90, la hermandad de la Trinidad volvió a sacar el paso del Sagrado Decreto, pero la sucesiva sustitución de las figuras del mismo, e incluso el cambio de su composición, lo acercan cada año más a un paso de misterio, el más misterioso de todos por ser absolutamente incomprensible para quienes lo contemplan». En 1982, y como 475 aniversario de la Hermandad de la Trinidad, este paso alegórico volvió a salir en una salida extraordinaria, a la que asistí; de vuelta a casa y contándole el evento a mi padre, va y me dice «si hombre, sí, si ese paso salía antiguamente, la torta de aceite» (también conocido como «la galleta»); por lo visto ese era el mote que tenía en la década de los 40 por las ráfagas con la paloma del espíritu santo, motivo que ha desaparecido.
     A principios del siglo XX el paso de la Sentencia de la Hermandad de la Macarena era conocido como «la barbería», ya que los sanedritas sentados se decían estaban esperando su turno para cortarse el pelo. El paso que la Hermandad de la Amargura estrenó en 1911, era conocido popularmente como «el Acorazado Potemkim» por sus grandes proporciones (quizá de ahí venga llamar «barcos» a los pasos de grandes dimensiones). El paso de la Entrada en Jerusalén a principios del XX era conocido como «La cómoda», por el diseño de su canastilla, y los costaleros de hoy lo llaman «la burra»; y en 1924, tras ser renovado el paso del Buen Fin, que de tener la Magdalena y el Cristo únicamente, pasó a incorporársele las figuras de la  Virgen, San Juan, los Santos Varones y dos romanos... por lo que el pueblo sevillano al verlo tan lleno empezó a llamarlo «El tranvía». El paso de «los espejitos» es el de la Coronación de Espinas de la Hermandad del Valle, por esos motivos ornamentales. 
   También es bien conocido que el paso de la presentación al pueblo de la hermandad de San Benito se le llamaba «una copa pa' este», ya que antiguamente en frente de la puerta de salida de la iglesia de San Benito, había una taberna, y por las grandes dimensiones del paso, y lo difícil que era maniobrar la salida, literalmente el paso se metía un poco dentro de la taberna, y con el gesto de Pilato, parecía que estaba pidiendo al tabernero algo de beber.
     Cuando en 1931 la Hermandad del Calvario sacó por primera vez su paso con los tradicionales cuatro hachones en las esquinas, fue muy criticado, diciendo que el paso era «una mesa patas arribas».

Los enseres:
     La guasa también llega  a los enseres, y es de todos bien conocidos que a los estandartes de las hermandades se les llama «el bacalao», por su semejanza con un bacalao seco. El Senatus, que en muchas hermandades solo lleva el acrónimo S.P.Q.R., y que significan «Senatus Popolusque Romanus»; los amantes de la guasa le llaman «San Pedro quiere rosquillas», «San Pedro quiere rosquetes» o en Triana «Sardinas picantes que rabian». La cruz de guía de la Hermandad de los Negritos es conocida como «la cruz de las toallas» por el sudario que lleva.
     Uno de los últimos motes que he escuchado es sobre el manto de la Virgen de los Dolores del Cerro, bordado por Francisco Carrera «Paquili», de inspiración mudéjar, y que algunos llaman «el tablero de ajedrez».
     No ya con referencia a los enseres, pero a la particular forma de vestir a las imágenes, también hay cierta «guasa» en la nomenclatura, como la antigua usanza de vestir a la Virgen de la Esperanza de Triana con el tocado «el refregador», en referencia a la similitud con las antiguas tablas que servían para lavar a mano en los lebrillos.

"El bacalao"

"San Pedro quiere rosquillas"

"El tablero de ajedrez"

Tocado "el refregador"


 
La Semana Santa y sus cofradías en General:
     Los nombres populares de nuestras hermandades vienen por una de las imágenes, la iglesia, el barrio, el origen gremial, racial o incluso la compostura de sus hermanos (como el Silencio, que también se la conoce como «la madre y maestra»). Uno de estos nombres populares, «los caballos» vienen del número de ellos que había en la antigüedad en la cofradía de la Exaltación; y por la indumentaria y la compostura de sus nazarenos se ha llegado a llamar a la Amargura «el Silencio Blanco»; pero la indumentaria también ha llegado a provocar nombres con una mijita de guasa, como el denominar a la Hermandad de Las Siete Palabras «el carnaval del miércoles santo», por tener antaño cada cortejo de los tres pasos una indumentaria distinta; el llamar «los pingüinos» al cortejo de los nazarenos de la Hermandad de Santa Genoveva por su indumentaria negra y blanca o el llamar a los del Buen Fin, por su indumentaria marrón franciscana «los chocolateros»; o los «rabanitos» a los nazarenos de la O. Pero el nombre más peyorativo de una hermandad (no creo que mal intencionado, más bien por incultura) es la de llamar a la Hermandad de Jesús Despojado «los despojos», ya que plural tiene un sentido totalmente distinto que en singular.
     Los programas de la Semana Santa con los horarios y recorridos de las hermandades es conocido por «er pograma», por la forma en que solían vociferar antaño su venta; se llaman «paveros» a los diputados de tramos encargados de la chiquillería vestida de monaguillos; y también en nuestros cortejos, al grupo de música de cámara formados por un clarinete, un fagot y un oboe, que van delante de los pasos, se les llama «los pitos del silencio», por ser el acompañamiento que suele llevar la Hermandad del Silencio.
   
     También los personajes de nuestra semana mayor tienen sus motes, «el aguaó» es el que lleva un cántaro con agua a los costaleros para evitar que se deshidraten por el calor y el esfuerzo1; «el convite» es como se le llama a las representaciones del Santo Entierro, y antiguamente a cualquiera de las representaciones oficiales en una cofradía; los «Armaos» son la Centuria Romana que acompaña al Cristo de la Sentencia de la Hermandad de la Macarena, que entre ellos tienen sus propios nombres, como «el pelotón de los torpes» (los armaos más recientes) y «la gandinga» que es la parte final de la centuria; estos «armaos» llaman a su Cristo «el Sentencia», a secas, y al águila imperial romana «el pájaro»; con sus legendarios capitanes «El Pelao»  (José López Fernández) y Antonio Ángel Franco «El Melli».
     Hay en nuestra Semana Santa una serie de personajes entrañables que han pasado a la historia por sus motes, como José Ruiz Escamilla «Pepe el Planeta», que fundó la hermandad de la Candelaria, o D. Antonio González Abato, que era conocido cariñosamente en su feligresía como «El Cura Botella», pues recogía las botellas vacías para ayudar económicamente a su hermandad de Santa Genoveva. Legendario son Antonio Sanz, «Antoñito procesiones», o Francisco Rodríguez Moreno, más conocido como «el mudo de Santana»... que hay que tener arte para ser mudo y salir en Las Siete Palabras...
     En el mundo de la Semana Santa Sevillana, un redil de la guasa son los apodos que tiene «la gente de abajo», es decir el mundo de los costaleros; de los cuales su labor en las trabajaderas se le conoce como «el deporte sacro». En este mundillo, los capataces y los hombres del costal tienen a menudo motes, como los bien recordados amos del martillo «El penitente» (Salvador Dorado Vázquez), «El Cachas» (Jerónimo Borrero), «El Fatiga» (Rafael Franco Luque), «el francés» o el «gaseosero»; o los costaleros «El Balilla» (Ricardo Gordillo Díaz), «Romerito el figura», «Angelillo», «El Boli» o «el Vinagre».  Legendaria es la cuadrilla de Rafael Franco apodada «los ratones», que eran más bajitos de lo normal y sacaron el palio de la Virgen de las Tristezas; o la segunda cuadrilla de este capatáz conocida como «las ratas» que llevaban palios más pesados.
     Para terminar, mencionar que el mundo de la Semana Santa Sevillana rebautizó un palacio sevillano, (el de los actuales duques de Medinaceli) en su origen del III Marqués de Tarifa (Don Fadrique Enríquez de Rivera) cuando inició sus Estaciones de la Cruz partiendo de su palacio... al que el pueblo sevillano nombro a partir de entonces la «Casa de Pilatos»; y también mencionar que el tribunal para el control de los horarios de las cofradías que está situado en la Campana fue bautizado en su tiempo como «el patíbulo» o «el cadalso».
     ... como hemos visto, a Sevilla le sobra guasa.

  1.  Como acotación personal, diré que las hermandades deberían subirse al carro de los nuevos tiempos y en vez de dar agua fresquita a los costaleros --que está muy bien y es muy rica-- ofrecerles alguna bebida isotónica, de la amplia variedad que hay en el mercado, como Gatorate, Powerade, Aquarius etc, que son mejores para la rehidratación y reponen los minerales, glucosas, aminoácidos etc. que pierden los costaleros con el esfuerzo. Al fin y al cabo hacen igual esfuerzo que los deportistas y merecen ser cuidados como los mejores medallistas... que ellos ya las tienen.



APOSTILLA: Gracias a los lectores, este artículo se puede completar un poco más, como la foto e información que me ha mandado D. Félix Manuel Hernández C. Martin, Hermano Mayor de la Hermandad del Valle, en la que me cuenta que el paso de Ntro. Padre Jesús con la Cruz al Hombro, a finales del XIX, por la cantidad de figuras secundarias era conocido por «el mitín» (véase la foto a la derecha, que data de 1888, saliendo de San Andrés), dato que desconocía. En la foto incluido el Cristo, se ven 10 figuras, aunque no se ven el otro ladrón y el romano, cojo, que portaba el Senatus.
>> Gracias D. Felix, por esta aportación al artículo.
 

© C. R. Worth.  28- III- 2008