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Wednesday, December 27, 2000

«Christmas in Connecticut», Los Angeles, New York y toda America.


«Christmas in Connecticut», Los Ángeles, New York y toda América.

            Los sevillanos, cuando pensamos en las Navidades ponemos nuestra mente, iniciamos nuestro espíritu navideño, cuando se acaba la Octava de la Inmaculada; belenes hay por doquier, el centro comercial se engalana de luces y cintas brillantes de colores y una «niebla sevillana» se expande por los puntos más concurridos envolviéndonos en su aroma a castañas asadas. Los más pequeños viven con anticipación la noche de la ilusión, caritas pegadas a escaparates, y colas interminables para dar la carta a tu rey mago preferido, y para visitar esas recreaciones de la más pequeña de las ciudades de Judea donde hace 2000 años nació el Salvador. Noches de fiestas con doce campanadas, uvas en familia, cava, besos, abrazos y mantecados... Estas son nuestras experiencias, nuestras vivencias que se transmitirán de mayores a menores, con panderetas y zambombas, con Misas del Gallo y bendiciones "Urbi et Orbi". Porque nuestra Navidad, entrañablemente familiar es fundamentalmente religiosa, no digo que no se nos esté «descafeinando» con el espíritu comercial que adquiere cada día más y más, pero todavía en la mayoría de nuestras familias no se ha perdido la estrella a seguir. Las Navidades se inician con un evento religioso y terminan con otro, la Epifanía, porque lo que aquí se está celebrando es el nacimiento de El Mesías.


            Pero no en todas partes es igual, desde las lejanas tierras de occidente no llegaron tres sabios siguiendo una estrella que anunciaba un prodigio, sino un señor barrigón, sonrisa bonachona y traje rojo, «ho, ho ho», que se va extendiendo como una plaga en el mundo mediterráneo.

            Desde estas tierras con un solo «rey», Santa Claus, San Nicolás, Rey Wenceslao o como lo quieran llamar, escribe esta sevillana para contarle las Pascuas desde el otro lado de la moneda... Las Navidades o Christmas, ya ni lo son, aunque sigan iniciando esta estación del año con el nombre de Cristo.
           Una familia media americana, en Connecticut, Los Ángeles o New York, probablemente iniciarán su estación de Navidad justo después de Thanksgiven (que es la fiesta en la cual todo hijo de vecino come pavo conmemorando a los primeros peregrinos de las colonias del norte que fueron salvados por los indios de morir de hambre esto daría para mucho que hablar, pero me saldría del tema, así que lo dejaremos para futuros artículos). Thanksgiven, es una fiesta móvil que cae en jueves, como el Corpus, el Jueves Santo, y día de la Ascensión el último jueves del mes de Noviembre. Este americano medio, después de atiborrarse de pavo, pan de maíz y salsa de cramberry, pondría su arbolito, natural o artificial, y llenaría su casa de luces en el tejado, entrada y arbustos; dándole las pascuas a su vecino que pensará que por un mes se ha mudado a Las Vegas. Ese mismo americano medio, que con su anuncio luminoso está diciendo aquí vive una familia cristiana probablemente antes de que se acabe el día de Navidad, en la basura, junto con cientos de cartones de cajas de regalos, papeles arrugados y lazos, pondrá su árbol de Navidad, porque para esta familia las navidades se han terminado, cuando en verdad acaban de empezar y faltan aún doce días para que finalicen. Lo que era una fiesta de luces se torna en oscuridad, la Luz del Mundo ha nacido y solo unos cuantos siguen alumbrándolo, con suerte encontrarás casas con árboles iluminados en su ventanas hasta Nochevieja, pero muy pocos hasta Epifanía.

            La Navidad se ha desacralizado, en películas que hablan del espíritu de la Navidad para nada mencionan el hecho fundamental y la razón de ella. Es una fiesta de compra-venta, la gente hace un esfuerzo y saca su cara de buena gente, los buenos sentimientos y compasión que están escondidos el resto del año. Se agasajan los unos a otros y se preocupan del hambre de los pobres, organizan bancos de comida, regalos para los necesitados... y el resto del año, que les den por... porque por lo visto esa pobre gente solo debe de comer una vez al año, que no hace daño. Claro que hay excepciones, no solo malvados en la película, también hay organizaciones que se preocupan de ellos todo el año, como San Vicente de Paul, de la que doy fe lo hacen en mi parroquia.

            Otra cuestión a mencionar sobre las «navidades americanas» es lo demencial que se ha vuelto este país a la hora de no «molestar a nadie» y decir todo políticamente correcto; todos los días te salen en el periódico noticias sobre la prohibición de oficialmente felicitar las navidades en organismos oficiales, colegios, empresas etc, pues como hay muchos credos, la gente se ofende si le felicitas las pascuas y no es un cristiano. Pero eso da para tela marinera, y aquí nos estamos alargando.

            Todavía con casi dos semanas de navidades por delante, mi familia (y la mayoría de las familias católicas de américa) seguiremos celebrando el nacimiento del niño Jesús, comeremos uvas, y mis niños dejarán sus zapatos para que se los llenen de caramelos... y uno reflexionando, piensa, que después de Navidad que es lo que hará Santa en su casa del polo norte, probablemente cogerá un papel y empezará a escribir, no unas memorias de lo acaecido o en su diario, que eso es muy americano, sino que empezará una carta diciendo: Queridos Reyes Magos...


©  C, R. Worth.  Calhoun, GA. 27- XII- 2000
 

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