Proyecto
de palio de los Hermanos Delgado para
la Hermandad de la Sed (no realizado) año 2000
la Hermandad de la Sed (no realizado) año 2000
Charlando el otro día
sobre temas artísticos y proyectos para las hermandades con un artista,
surgió un tema interesante. Tema que me llamó la atención desde el punto de
vista de historiadora del arte, y por la idiosincrasia económica, especialmente
en tiempos de crisis como los que estamos viviendo.
Todos sabemos que cuando
las hermandades deciden hacer una nueva imagen, paso, insignia etc, no compran
estas obras artísticas en catálogos, sino que son encargadas ex profeso a los artistas
con unos parámetros específicos de cómo quiere la hermandad la obra de
arte. Unas veces van a un artista determinado exponiendo el proyecto, y
otras veces hacen concursos públicos, o preseleccionan unos cuantos de artistas
para que presenten un proyecto.
He aquí cuando se
presentan estas condiciones de competencia, cuando las hermandades se
encuentran con estos proyectos en sus manos, cuando yo veo el problema, un
problema de justicia social e incluso ético. Póngase usted en los zapatos del
artista; artista que emplea tiempo y energía en preparar estos proyectos, ya
sean unos bocetos en barro de una figura, unos dibujos de unas jarras, un paso o unos bordados... Estos proyectos son obras de arte en sí, que en el mercado
artístico estarían altamente cotizados.
Cuando el proyecto
presentado no sale vencedor, algunas veces las hermandades lo devuelven a los
artistas (rara vez, ya que suelen quedarse con ellos para sus archivos), se
quedan con ellos, o incluso se ha dado el caso de artistas que han pedido que
le devuelvan sus dibujos presentados ¡y la hermandad le da una foto de los
mismos! Estos proyectos no devueltos, las hermandades no suelen pagárselo a los
artista, se quedan con ellos, digamos que... por la cara. Eso sin contar
que a veces los artistas tienen que desplazarse a otras localidades (a veces en
lejanas comunidades autónomas) para presentar los proyectos, con el susodicho
gasto económico de desplazamiento.
El caso, es que estos
bocetos o dibujos, en el mercado del arte (dependiendo de lo cotizado que esté
el artista) pueden alcanzar varios cientos de euros cada uno, y en cambio no
son remunerados a los artistas.
Desde mi punto de vista,
esta situación clama al cielo, y las hermandades (no me refiero solo a las
sevillanas, sino a las de todas partes) deberían de tomar conciencia en este
asunto. Lo mismo que están muy envueltas en procesos caritativos, también
deberían de estarlo sobre la dignidad del artista, que emplea tiempo y talento
en hacer estos proyectos, y también tienen que comer tres veces a día.
La situación ideal sería
que cuando una hermandad decide hacer una nueva presea, en el presupuesto de la
misma, tengan incluido el pago a los artistas por sus proyectos, y aquel que
gane el «concurso» le estaría incluido en el precio final el proyecto. Es
decir, que si piden a tres o cinco artistas que les dibuje una saya, un paso
etc los no ganadores sean compensado por sus obras de arte, la hermandad se
queda con esos dibujos etc, y santas pascuas.
También recomendaría a las hermandades, que se dieran una vuelta por galerías de arte y vieran el precio del mercado de dibujos, y que dibujos del tamaño de los presentados, o bocetos en barro, pueden alcanzar en el mercado artístico varios cientos de euros.
También recomendaría a las hermandades, que se dieran una vuelta por galerías de arte y vieran el precio del mercado de dibujos, y que dibujos del tamaño de los presentados, o bocetos en barro, pueden alcanzar en el mercado artístico varios cientos de euros.
Ya se sabe que esta práctica
(no pagar por los proyectos) está muy arraigada y es «tradición», pero no
significa que por ello sea justo, y ya es tiempo de cambiarla, especialmente
ahora en un tiempo de crisis.
© C. R. Worth 1 - VI - 2010
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